La Parábola de la Amistad

Un niño se hizo amigo de un manzano en el bosque. A menudo iba con él y se balanceaba sobre sus ramas, comía de sus deliciosas manzanas, creaba coronas con las hojas y creía que era el rey del bosque.

En un soleado día y cansado de jugar, el árbol abrigó a su pequeño amigo del sol con sus ramas y él se durmió bajo su placentera sombra. Él árbol confiaba en una amistad genuina entre ellos.

Un día, como cualquier otro, el niño llegó hasta con el manzano y el árbol lo vio que estaba muy molesto, entonces preguntó:

-“¿Qué te pasó amigo mío? ¿Por qué ya no juegas conmigo, sobre mis ramas, y ya no te sientes el rey del bosque?”-.

Ante las preguntas del árbol el niño contestó:

-“Un rey tiene dinero y yo no tengo, ni tú”-.

-“Pero, tengo manzanas, tómalas y véndelas. Así obtendrás dinero y podremos ser amigos otra vez”-, propuso el amistoso árbol. El niño agarró todas las manzanas que pudo, se las llevó y las vendió, sin embargo no regresó de inmediato con el manzano.

El árbol esperó al niño por un largo tiempo, observando el camino por el que siempre él transitaba para visitarlo y marcharse. 

Volvió a pasar un buen tiempo y el niño regresó triste y enojado con la vida. Así que cuando el niño se acercó hasta el manzano, el árbol expresó:

-“¡Te extrañé amigo mío! ¿Por qué no regresaste luego de vender las manzanas?”-.

A lo que el niño contestó:

-“He tenido muchos problemas. Todos tienen familias, hijos, amigos y yo no puedo tener nada de eso porque no tengo casa propia. ¿Cuál es el punto de nuestra amistad si no me puedes dar un hogar?”-.

-“¡Yo sí puedo!”-Respondió el manzano y agregó: 

-“Corta mis ramas y construye tú mismo el hogar que quieras, entonces serás feliz otra vez”-.

El niño sin pensarlo dos veces, cortó todas las ramas del manzano, se alejó y construyó su casa. Pasaron los años, se hizo adulto y se casó. Él disfrutó de su vida hasta la vejez sin acordarse del árbol, pero un día volvió a visitar al manzano como siempre acomplejado de la existencia para decir:

-“Estoy cansado de la vida, de todo. Quisiera navegar lejos, hacia algún lugar muy apartado para no tener que ver a nadie. Quizás con un bote, pero no sé de dónde conseguirlo”-.

El manzano se quedo en silencio contemplado lo triste que estaba su ya senil amigo que de pronto sacó un hacha con el cual comenzó a cortar el tronco del árbol, sin su consentimiento, para obtener la madera con la cual fabricar el bote.

El viejo hombre logró lo que deseaba y sin siquiera mirar hacia atrás se volvió a marchar, sin sentir compasión por su pobre y torturado amigo.

El tiempo pasó y las gotas de lluvia con los años fueron nutriendo lo que quedaba del castigado y mutilado tronco del manzano, mientras los rayos del sol calentaban el suelo alrededor.

Los animales que pasaban cerca del resto del árbol disfrutaban la vida sobre él, pero el manzano ya no disfrutó nada, ya no tenía significado para él la existencia, lo que antes él valoraba se esfumó con aquel mal amigo y sentía que el mundo era un lugar absurdo.

No obstante, un día del deprimido manzano brotó un pequeño retoño verde, que reflejaba su nueva alma, que rápido se convirtió otra vez en un gran y hermoso manzano, llenándose de fuerza y de vida.

El árbol se reencantó de vivir.

Pero un día, un nuevo niño se acercó hasta el manzano y le dijo:

-“¡Hola, seamos amigos!”-, sin embargo esta vez el árbol lo observó, no respondió nada. El manzano ya disfrutaba la vida tal cual como era, ya no creía en una amistad honesta y sincera.

FIN

*La Parábola (literaria) es una narración breve, simbólica y de la que se aprende una lección moral, como en este caso sobre el verdadero significado de la amistad.

Lunes, 20 de Noviembre 2023

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