Cuando crees en fantasmas

Cuando era niño me gustaba ver la versión animada de “Ghostbusters” en TVN que por lo general trataban a los fantasmas como seres abominables, perniciosos y con un alto grado de negatividad para nosotros, algo que hasta el día de hoy no ha cambiado mucho en cuanto a su forma, pero sí en la manera en que lo cuentan para cautivarnos, pero que posee distintos sinónimos y usos.

Un ejemplo clásico del uso de los fantasmas es el típico discurso del terror por parte de la Derecha que reitera que si gana un candidato de Izquierda, su gobierno será comunista como en el 73 (algo que no fue así), volverá  el caos a nuestro país, sufriremos desabastecimiento, reviviremos las eternas filas para adquirir insumos, que nuestros abuelitos ya lo vivieron, se irán las “empresas” a otro lugar (¿a cuál?), es decir, asustan a un importante número de votantes (ya sean ignorantes o con estudios) con el eterno fantasma comunista que les sirve para ganar votos, algo que hizo hasta el cansancio Kast.

Otra manera de referirse a un fantasma, de manera negativa,  es decir que “se me apareció” de la nada o me siguió, algo que siempre viene acompañado con una idea prefabricada que aquella fantasmagórica figura  pretende advertirnos de un posible próximo evento y perjudicial para nosotros, ya que la costumbre es relacionar la experiencia con incertidumbre, miedo, deuda, paganismo, superstición y como no, también acabar la sensación expresando que tras sentir un mal augurio tenemos que prender velitas a un santo de nuestra total devoción.

Pero, la más fantástica concepción de esta noción de fantasmas, para mí, será aquella relación que nosotros siempre le brindamos con el pasado. Por alguna razón el fantasma representa la incapacidad de olvidar, dar vuelta la página, de no dejarnos avanzar, es responsable del sentimiento de frustración como culpable de nuestra poca rebeldía ante la vida y los desafíos que no logramos sortear a favor porque a pesar que el mundo de la psicología te lo puede resumir en un simple meme o infografía que nuestra propia mente es capaz de sabotearnos, preferimos culpar a un mítico ser flotante, que tal vez usa una sábana transparente y que generalmente se expresa en un idioma universal entendible por todos que dice así: -“Uuhhhhhhh”.

El fantasma no es el “Gasparín”, el “Pegajoso”, la frustrada alma que no alcanzó el descanso o castigo eterno, tampoco es un ser animal, ya que siempre debe ser una figura humana y ojalá de la forma más diabólica, horripilante y embustera por lo posible para que cumpla con los requisitos de negatividad que tanto empeño le ha puesto la literatura para que se vuelva bastante comercial, atractivo, adictivo y creído, pues como les iba a decir antes, el fantasma no es más que un tonto engaño que nosotros mismo hemos creado desde el aburrimiento, la creatividad, la necesidad de imponer terror para fines de control y seguridad o como siempre se ha dicho, para entretener a los niños.

Nunca he escuchado decir a una persona que “fue lindo ver a un fantasma” para poder conectar con el alma de un difunto familiar, amigo o ex amor y así recordar gratos momentos que necesitamos para poder cargar positivamente nuestra alma, tampoco se dice mucho de la posibilidad de consolar a un pobre espíritu que tal vez sólo desea hablar un poco, ya que esa idea no es comercialmente buena, porque lo fabuloso sería que un alma errante se te acercara para poseerte y causar todo tipo de tragedias para asegurar al cine actual entre ocho o nueve películas sin contar las series para streaming, TV, documentales, detrás de cámara, etc.

Vivimos en un mundo plagado de fantasmas por si no lo notaste. Algunos pretenden justificar su existencia con ideas milenarias creadas técnicamente por sujetos que ya serían catalogados como “fantasmas” ahora. La muerte aparece en cada latido nuestro en donde el alma se desprende de la carne o del ser vivo de este mundo y ésta tal vez, sin que no nos demos cuenta, transita al lado nuestro, aunque con un destino totalmente diferente.

No creas en fantasmas y no creas que son siempre negativos, tampoco creas que lo que digo es verdad o falso, tampoco creas que todos los fantasmas desprenden de cuerpos humanos, a pesar que cierto evangélico me dijo que no existe el cielo para los animales, por más buenos y leales que puedan ser ( ya que para aquel fanático religioso el cielo es un lugar pensado hasta para el sujeto más vil, no así para un animal, aparte para ellos no tienen alma o sentimientos, según él), porque al final, como te dije los fantasmas no existen, ni de los que asustan, ni los que atan al pasado, ni fantasmas comunistas, sólo existe el fantasma de la “B” que aparece cada vez que un equipo de fútbol va a descender, como lo que le pasó a la “U” hace unos días.

Yo no sé si los fantasmas también valen en los sueños, ya que he soñado a varios seres queridos con quienes he hablado, reído, llorado y esas cosas, quienes no me han dicho “Uuhhhh”, ni me han atado al pasado como me han exigido pagar una deuda o me han advertido de algo trágico que podría suceder.

Deja atrás a los fantasmas de tu vida. Cierra tu ojos, palpita los latidos de tu corazón, siente como eres parte de la vida, sin creerte el centro del universo y deja todo de ti en este momento, porque después te volverás ese fantasma que habla la literatura, tu alma errante no encontrará descanso y vagaras eternamente en este mundo causando desmanes, poseyendo cuerpos y perturbando a quienes creen esas cosas negativas de los fantasmas, hasta que te capturen por supuesto uno de los Ghostbusters, de esos que veía cuando niño, pero no de la década de los ochenta, sino de seguro será uno de la versión millennial, más acomplejado, inclusivo y tolerante a tu complejo de fantasma en este mundo.

Sábado, 18 de Diciembre de 2021

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