Por no llevar papel

Solo voy con mi pena/ Sola va mi condena/ Correr es mi destino/ Por no llevar papel(…)”, dice una parte de  la mítica canción de Manu Chao, “Clandestino”, que en estos momentos para mí refleja el sentir de distintos pueblos extranjeros en nuestro país.

Aquellas imágenes de miles de compatriotas marchando en contra de muchos inmigrantes que se tomaron Plaza Brasil en Iquique, con la esperanza de encontrar algo mejor en Chile y que culminó, tal vez, hace unos días atrás en una violenta como desencadenada acción de odio, xenofobia y vandálica es algo que jamás debe olvidarse.

Los “patriotas” que tanto defienden los símbolos patrios ante los prejuicios que surgen en contra de venezolanos como de otros vecinos, olvidan que parte de nuestra identidad se cimentó con la vital ayuda,  convicción y los fuertes deseos independistas de Simón Bolívar, caudillo o libertador americano, que curiosamente nació en Venezuela.

Quienes se atrevieron a quemar las humildes carpas y pertenencias de aquellos necesitados que no vinieron a nuestro país por simple gusto o placer, de seguro creerán que realizaron un gran acto de patriotismo, valentía o servicio social que absurdamente en televisión algunos protestantes justificaron estar a favor, pese al nivel de violencia con que actuaron ante los ojos del mundo, algo que por supuesto fue bastante lamentable.

De seguro Simón Bolívar jamás imaginó algo así, porque en su época el sentimiento era cortar el yugo español en nuestra tierra y el de ahora pareceriera ser que al chileno le preocupa más aislarse del resto del continente, salvo si son norteamericanos de habla inglesa porque por alguna razón nos seguimos sintiendo superiores, a pesar que nuestro nivel en ciertas aréas como el educativo, deportivo, cultural, gastronómico o la felicidad misma, está por muy debajo de muchos países de la región.

En “Tierra de Campeones” miles de iquiqueños demostraron serlo en xenofobia y racismo, en un lugar en donde la emigración es parte de la herencia cultural, pero que ahora muchos ultraconservadores y radicales aprovecharon esta problemática para instaurar aún más la intolerancia como los medios de comunicación que reiteraban una y otra vez que entre los indocumentados había un sicario por lo cual había que alarmar a toda la población que de Venezuela sólo llega lo malo.

En algún momento todo cambiará: los que prendieron fuego serán quienes verán sus cosas arder. En la vida todo se regresa, nada está asegurado ni es absoluto. Más de algún protestante será algún día inmigrante en donde seguro se hará el hueón hablando de tolerancia desde su lapsus de alzheimer y por conveniencia callará sobre aquel cobarde ataque que refleja lo que somos finalmente como país, cuando hace muchos atrás se hablaba de emigrar para mejorar nuestra calidad de vida tal cual está ocurriendo con extranjeros que creen que somos grandes naciones hermanas y no enemigas disputándose derechos humanos tan mínimos por no llevar papel.

Lunes, 27 de septiembre de 2021

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