Algunos versos de Mascha Kaléko

Mascha Kaléko
Doodle hecho por la artista Ramona Ring para Google. Mascha Kaléko es una figura importante para el mundo literario alemán.

Golda Malka Aufen (1907-1975), mayor conocida como  Mascha Kaléko,  nació en el sur de Polonia y en 1918 abandonó aquel país para vivir en Berlín hasta 1938, en donde se convertiría en una de las mayores referentes de la literatura vanguardista alemana.

Muchas biografías hablan sobre aquellos poemas que comenzó a publicar en diverso diarios locales, hasta que comenzó a ser considerara como una promesa artística.

En una Alemania que experimentaba la República de Weimar, post primera guerra mundial, ella plasmó a través de sus versos (satíricos) su apreciación sobre temas como la injusticia social y el exilio, pero tuvo que abandonar el país germano a raíz de la aparición del nazismo por sus creencias judías en plena segunda guerra mundial.

Se fue a vivir a Estados Unidos mientras Europa era azotada por el conflicto bélico en donde vivió  de su talento literario hasta que decidió irse de América en 1955, para conocer Israel, tierra que la decepcionó, según se dice en diversas biografías.

Ahora, te dejamos con una serie de poemas de esta talentosa poeta polaca que maravilló en Alemania, recibiendo diversos tipos de condecoraciones e incluso se cuenta que rechazó un importante premio al conocer que un miembro del jurado era de la “SS”.

Poemas de Mascha Kaléko

“La Pequeña Diferencia”

Un inmigrante alemán
hablaba con Mister Goodwill:
“Cierto, da igual,
dije ahora land en vez de país,
dije patria en vez de homeland
poem en vez de poema.
Es cierto estoy muy happy:
Pero feliz no soy.”

“De Viaje”

Me voy de viaje otra vez

Con mi silenciosa

Compañera, la soledad.

Nos quedamos las dos solas

Y no tenemos más nada en común

Que este punto en común.

El extranjero es consuelo y tristeza

Y engaño como todo. Con el tiempo

Parece sueño nomás y soledad.

“En el Exilio”

Tuve una patria bonita hace tiempo –
Así cantó ya el refugiado Heine.
La suya estaba a la orilla del Rin,
La mía en la arena de la Marca de Brandenburgo.

Todos nosotros teníamos una (¡ver arriba!).
Se la devoró la peste, se deshizo en la caída.
Oh, rosita del matorral,
A ti te rompió la fuerza a través de la alegría.

Los ruiseñores enmudecieron,
Buscaban un domicilio seguro,
Sólo chillan los buitres
En lo alto, sobre filas de tumbas.

Eso no será nunca, lo que fue,
Si es que llega a ser de otra manera.
Aunque la querida campanita suene,
Aunque ninguna espada tintinee.

En ocasiones siento, como si
El corazón se me rompiera.
Tengo a veces nostalgia.
Lo único que no sé, es de qué.

“Los Primeros Años”

Abandonada

por la noche me lancé

a una barca

y alcancé una orilla.

Contra la lluvia, me apoyé en las nubes.

Contra el viento airado, en colina de arena.

No se podía confiar en nada,

sólo en la sorpresa.

Comí las frutas florecientes de la añoranza,

bebí del agua que da sed.

Extranjera, muda en regiones extrañas,

me helé de frío en los años lúgubres.

Como patria me elegí el amor.

 

“¡Precaución-ante la precaución!”

Un no se qué oscuro me lleva

a ignorar los peligros.

En una casa hecha de vidrio

me siento y tiro piedras.

“Memento”

No me da miedo mi propia muerte,

Sólo la muerte de mis seres queridos.

¿Cómo voy a vivir cuando ellos ya no estén?

Sola en la niebla voy tanteando por la muerte
Y de buen grado me dejo llevar a la oscuridad.

Partir no duele ni la mitad que quedarse.

Bien lo sabe aquel que se enfrentó a lo mismo –
Y que me perdonen quienes lo padecen.
Pensad: la propia muerte tan sólo se muere;
Mas con la muerte de otros hemos de vivir.

“Vieja Receta”

Tómate la existencia como tiempo de prueba,

sin quejas, sin preguntas.

Sube calladamente la sombría escalera,

porque, después de todo, resulta más liviano

cargar la propia cruz

que irla arrastrando.

“Melancolía del Otoño”

A mí no se me marchitan los jardines.
No los tengo.
Ni tampoco una casa donde los vientos giman.
El nubarrón más negro no me daña,
pues rara vez miro ya al cielo.
Ya no pretendo estrellas áureas.
Me conformo con una lamparita.
No me engaña la dicha,
ni desengaña una espera.
No me duele el otoño,
a mí no se me marchitan los jardines.

“Carta desde una tierra vehemente”

Desde esta tierra extrema yo te escribo
a la sombra de un árbol que ayer aún no estaba
pues aquí crece todo de repente.
Apenas surge un plan, ya se ha cumplido.
Demasiado vehemente es nuestra tierra.
Yo no sé bien si tú
podrías adaptarte a este clima,
admito que yo misma con frecuencia lo temo.
Quema el sol como cólera encendida,
y él madura el grano, tuesta el grano
a su gusto. No puede una fiarse:
hoy representa amor, mañana odio.
A partir de una nada, de una fuente,
nace de pronto un río que veloz
inunda el campo todo entero
y de nuevo decrece en un instante.
Aquello que deseas se cumple sin demora,
pues los deseos tienen un poder evidente
-no deseo maldades, menos mal,
se metería una si no en un mar de sangre-.
Tú miras con deseo a una mujer
y así ya eres un hombre
y tu deseo engendra un hijo.
Es aquí cada cual igual que el viento,
que esparce sus semillas sin tiempo a preguntar
si han echado raíces.
Observas con cariño alguna estrella
y entonces brilla y te obedece
y lleva tu talento a su apogeo.
Te colma hasta tal punto de venturas
que te corta el aliento. ¡Vente ya!
Sé mi invitado. Aunque es difícil
adaptarse, a aquel que lo consigue
le salta el corazón y se le rompe.

“Señal”

Cuando nosotros tres
cruzamos la calle
el semáforo se puso en rojo.
Rodeados por una jauría
de coches desbocados
agarré el brazo del que iba a mi derecha.
No el brazo del otro:
del que yo llevaba un anillo.
Cuando nos encontramos
los cuatro
al otro lado del cruce
todos lo sabíamos:
El uno. El otro.
El silencio.
Y yo.

“Parisian Snapshot”

Entonces, ciudad legendaria, este eres tú:
Fuera de la Gare du Nord, los escenarios de la película comienzan.
Todavía soy nuevo, y no puedo parlez-vous:
Paris – ¡sé amable y llévame a tu corazón!

Ahora, mientras duermo camino a casa, vuelves –
Las iglesias masivas, cafés minúsculos,
Yo en el zinc con mi café au lait,
Las caminatas a lo largo del Sena donde las lámparas de gas se queman.

Ustedes niñas arregladas en asientos de Métro,
Cavalier con sombrero de paja y barba de antes de la guerra.
Pero está esa escena del Louvre que mi mente repite:
‘Oye, mira, esta foto! Rembrandt? Algo raro …’

Amanecer en Montmartre sin sonido,
El tabby dormido en el alféizar de la ventana;
Una musette Bal al amanecer, abandonada, relajarse,
Con flores marchitas y tazas vacías alrededor …

Te encontré diferente de las cosas que había leído:
La guía dejó de lado esto y lo otro de ti.
Pero millones te quieren, Paris – y, dicho eso,
¡Por favor, cuente MK entre el número también!

“Amor Jubilado (Jubilado)”

Llovió, llovió y llovió durante toda la noche.
Pensé: esto no augura nada bueno.
Al mediodía, el inspector de impuestos vino a llamar.
Y más tarde, en la noche, te conocí.

Solo reconocí tu cara con atención.
Has cambiado mucho en todos estos años, ya veo.
Y ya me pasó lo suficiente.
Mi optimismo puesto en su pensión.

¿Qué estoy haciendo? No mucho. Parece
La rutina diaria simplemente continúa sin fin.
Y he desmantelado todos mis sueños juveniles.
Ya han quedado atrás. Ahora están demasiado apretados para mí …

Sus interminables preguntas … ¿Estoy contento ahora?
Estoy enamorado, ¿qué más me ha pasado?
No te pregunto nada. Pero puedo leer tu frente.
El tiempo fue … Pero eso es mucho tiempo desde la historia.

Ahora eres un gran candidato corporativo con dos hijos.
Usted elige la banalidad sin remordimiento.
Una vez que se estableció en un curso diferente,
Pero optó por el seguro y saludable.

Te veo, y nuestros viejos tiempos de antaño,
Y cómo el tiempo gotea a través de nuestras manos como la arena.
Y no soy niño en estos días, lo entiendo.
Ya no creo en las maravillas,

Las espléndidas esperanzas que compartimos hace mucho tiempo
Son pequeños y fríos y muy cortos de emociones.
– Pienso en las fábricas de Dios siempre cambiantes:
A veces realmente pueden moler muy rápido.

Miércoles, 16 de Septiembre de 2020

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