Esta semana nuestro país declinó firmar a favor del Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, popularmente conocido como Acuerdo de Escazú.
Pero ¿Por qué lo hizo? Sebastián Piñera, por medio de un documento de doce páginas, que conoció la prensa el pasado 22 de septiembre, expresó que el acuerdo “introduce obligaciones para el Estado ambiguas, amplias e indefinidas, que dificultan su cumplimiento”, a pocos días de firmar y ratificar el tratado, a pesar que Chile fue uno de los promotores de este importante acontecimiento que vio sus primeros pasos por el año 2012 en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sustentable (Río+20).
Otra pregunta es ¿Qué es Escazú? Es un acuerdo calificado por muchos expertos como el primer gran tratado medioambiental en Latinoamérica y el Caribe para combatir el Cambio Climático que nos afecta, que brotó gracias a la Decisión de Santiago en 2014, en donde 24 Estados del continente que, liderados por Costa Rica y Chile, comenzaron a negociar maneras de contribuir estrategias y compromisos en pos de este desafío, en donde en la ciudad costarricense de Escazú (2018) finalmente se marcaría un hito en esta materia.
Para comprender políticamente esta situación, hay que señalar que en este acuerdo están “participando” 33 países, en donde se subdividen en tres esferas: Negociación, Firma y Ratificación. Cuba, Venezuela, Surinam, Bahamas y Barbados, no están participando en ninguna de las tres instancias por el momento.
De acuerdo al artículo 1, de Escazú, resume muy bien el objetivo principal de este tratado:
“Garantizar la implementación plena y efectiva en América Latina y el Caribe de los derechos de acceso a la información ambiental, participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales y acceso a la justicia en asuntos ambientales, así como la creación y el fortalecimiento de las capacidades y la cooperación, contribuyendo a la protección del derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente sano y al desarrollo sostenible”.
El tratado también menciona la protección del derecho de las personas a vivir en un medio ambiente sano y al desarrollo sostenible, o los países firmantes se comprometen a garantizar el derecho del público de acceder a la información ambiental que esté en su poder o custodia, facilitando en particular el acceso de personas o grupos en situación de vulnerabilidad (Art. 5).
De esta manera, como señalan algunos puntos de este gran acuerdo, países gigantes del continente como Brasil, México y Colombia, se quedan en la primera instancia de “Negociación” para observar si acaso les conviene participar de manera más activa de un tratado que cambiará las políticas medio ambientales a seguir. Un ejemplo sería que si Brasil ratifica Escazú para comprometerse a cumplir a cabalidad con el tratado, su política de deforestación de la Amazonía se vería seriamente afectada, algo que causa indignación en varias partes del mundo.
Un poco más de 20 países permanecen en la fase de negociación, entre ellos Chile, y un número igual se mantiene en aquella fase de “firma” (Chile no) que simboliza una posible ratificación, que está a la espera de un solo país para constituirse como un importante actor legal ante la Secretaria General de Naciones Unidas y el mundo, que permita combatir las anticuadas normativas medioambientales vigentes en nuestro continente.
Chile no firmó, según conocedores del tema debido a que podría provocar que la Corte Internacional de Justicia abra el caso del Pacto de Bogotá que afectaría los intereses de nuestro país en una posible demanda.
De igual modo cuando surja la firma número once entre las naciones participantes, de acuerdo a los protocolos, las nuevas leyes ambientales en el continente tendrían que esperar un plazo de 90 días para entrar en rigor para marcar un antes y un después en nuestra historia.
Países que han Ratificado a favor de Escazú:
- Antigua y Barbuda
- Argentina
- Bolivia
- Ecuador
- Guyana
- Nicaragua
- Panamá
- San Cristóbal y Nieves
- San Vicente y las Granadina
- Uruguay
Un pálido ministerio y mujer del Medio Ambiente
El ministerio del Medio Ambiente, creado en 2010, pareciera ser una de las carteras con menor peso político y mediático de nuestro país, sin embargo en el último tiempo ha estado expuesto a la opinión pública con mucha efervescencia y más ahora cuando se habla de Escazú.
Esto es debido a la titular de la cartera, la empresaria Carolina Schmidt, quien se ha visto más envuelta en vergonzosas situaciones que ha afectado a la popularidad, gestión y sentido de confianza de los votantes hacía con Sebastián Piñera.
En 2019 fue un año que nuestro país no sólo olvidará por el Estallido Social, sino también por haber perdido un evento tan importante como lo era la COP 25, en donde el Estado invirtió muchísimo dinero en ello y se terminó perdiendo gran parte de aquello.
Se solicitó a España salvar la cita planetaria. Así que en Madrid se celebró la COP 25 en donde Chile demostró tener poca capacidad de logística y peso político (también fue criticado por ONGs ambientalistas por un mal elaborado borrador de “acuerdo ambiental” considerado débil y también criticado por países que se consideraron excluidos en ciertos foros y delegaciones-oceánicos y del caribe-).
Chile demostró ser una nación que no es capaz de integrar ni liderar a nuestros vecinos en proyectos tan ambiciosos o de carácter altruista, ni mucho menos de poder influir de alguna manera sobre aquellas naciones contaminantes en plena discusión sobre la importancia de reducir las altas emisiones de carbono que generan países como Estados Unidos, China, Brasil o Japón, que no tuvo mayor repercusión.
Como si fuera poco perder la sede de la COP 25 ni estar a la altura política la ministra del medio ambiente Carolina Schmidt, solicitó a todos los presentes compartir las declaraciones en donde se escuchó un fuerte no, lo que generó la burla mundial por el papelón que brindó. Con eso se ganó una interpelación.
Durante este año, 2020, la ministra ha estado bastante desaparecida en la agenda de los medios en plena pandemia en donde tampoco ha sido una figura política que la gente considere y por esa razón extrañó mucho que el ministro de Relaciones Exteriores se manifestara más fuerte y categórico con Escazú, reflejando la palidez de un ministerio del medio ambiente que pareciera no tener mayor relevancia.
En un momento en que nuestro país tuvo una gran oportunidad para ser protagonista, como lo es Escazú, la endeble figura política de una ministra como Carolina Schmidt refleja muy bien la posición de nuestro país en cuanto a nuestra política del medio ambiente: improvisada, no comprometida y de poco peso político tanto nacional como internacionalmente, hablando.
Sábado, 26 de Septiembre 2020
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