De Quilpué a Concepción existe una distancia de al menos 440 km que si bien no parece mucho no deja de ser un viaje bastante largo y agotador, sobre todo si en esta aventura te acompaña una pequeña.
Siempre se dice que hay que leer, informarse o preguntar por tu próximo destino, sin embargo yo prefiero descubrir todo sin spoiler y maravillarme in situ con todo aquello que te puede brindar una nueva ciudad en todas sus dimensiones.
Creo que mi hija, Emma, se encantó tanto o más que yo con todo lo que descubrimos a lo largo de nuestros días en una fantástica “Tropi Conce” que fue más de lo que me pude imaginar y coincidimos con mi pareja que sería un gran lugar para vivir en el futuro porque posee muchas cosas que nos encanta a los dos por igual.
Para mí fue genial contemplar tanto la bahía, el río, los cerros completamente cubiertos de árboles, la inmensidad del cielo y como de algunas intervenciones humanas que le daban un aire propio y único a una de las capitales de nuestro país más importantes.
Pienso que Concepción está entre el límite del caos urbano y conectada con la naturaleza que pareciera ser un gran ejemplo de una perturbada armonía que otras ciudades no poseen ya que sucumben ante el progresismo latente de la industrialización que no respeta ecosistema ni tradición, salvo el dinero mismo.
Por otro lado, en cuanto a nuestra visita, quedamos sorprendidos por las enormes calles peatonales y pistas, las interminables ciclovías que tanto se necesitan en nuestra quinta región y por lo mal que son en dar direcciones los penquistas que nos terminaban por confundir o alejarnos de nuestro destino que por momentos odiamos jaja.
Por supuesto mi hija disfrutó de este viaje, desde su fiel cochecito azul o a través de mis hombros, ella fue una fiel compañera que nos acompañó a descubrir todo tipo de lugares en maratónicas caminatas que sorprendían a los lugareños cuando le comentábamos, por ejemplo, que llegamos desde nuestra residencia (un poco alejado del Teatro Biobío) hasta la Laguna Grande de San Pedro simplemente caminando y preguntando cómo se llegaba jaja.
Emma sólo nos pedía una cosa en cada travesía: jugar. Plaza que veíamos era casi una parada obligatoria para que nuestra pequeña se divirtiera mientras nosotros nos orientabamos en aquella enorme ciudad en donde se vive y se respira diferente, el clima es tan cambiante y por supuesto, el rico pancito que preparan como dobladitas y fricas que alegró nuestras oncecitas como desayunos.
Recorrer el segundo puente más largo de Chile como lo es el “Llacolén” (a pie), visitar el campus de la Universidad de Concepción, maravillar a nuestra hija con la Plaza de los Dinosaurios, conocer el monumento 27F, adentrarnos al monitor Huáscar, ver lobos marinos, visitar el bello estadio Ester Roa y disfrutar de otras atracciones tanto naturales como artificiales, fueron experiencias que justificaron todo nuestros esfuerzos y anhelos como turistas,pero lamentablemente siempre quedará un destino pendiente que servirá como excusa para regresar algún día.
Fue una hermosa, intensa y breve aventura que habíamos planeado junto a mi pareja mientras esperábamos alguna flexibilidad para viajar en compañía de nuestra hija que desde a principio a fin fue la más entusiasta entre los tres como la que mejor durmió.
Tal vez Emma no recuerde mucho de su visita a los lugares mencionados, aunque eso no importa porque sé que ella regresará, ya que posee un espíritu aventurero y me dejo claro que en este viaje en especial que ella puede,ya que ella reiteraba “yo pede” desde intentar subir a un juego sola o ayudar en algo, mi hija en esta aventura desde su inocencia más pura me demuestra que está creciendo muy rápido y ya algún día me tocará verla partir hacia un destino tal vez más emocionante y exótico de lo que fue el bello Concepción.
Domingo, 14 de Noviembre de 2021.
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