Ya se terminó un mes en donde solía decirse “abril, lluvias mil”, aunque en la actualidad eso ya no acontece ni por si acaso, de igual manera esta ocasión la recordaré por cómo Emma recibió la primera lluvia en mucho tiempo.
Creo que no llovía hace más de nueve meses hasta que el pasado martes el cielo se quebró en Belloto Norte, para regar la tierra que clamaba a gritos por un poco de agua que esperamos no sea la única tregua de un clima furioso ante el daño ecológico que estamos brindando los seres humanos.
A pesar de lo anterior, mi Emma amó la lluvia, aunque mi pareja dijo que yo exageraba al entusiasmar a nuestra pequeña con aquellos goterones que con fuerza cayeron, porque si bien para ella no es la primera vez que Emma ve una lluvia, para mí es la primera que la niña podría recordar tal vez o la primera que la veo disfrutando como tal.
Emma bailó bajo la lluvia, se paseó en paraguas, contempló desde una ventana el agua caer, nos preparó deliciosas sopaipillas que no tardamos en comer, deseo jugar los clásicos de mesa (algo que no hicimos) y tuvo que esperar resignada el cese del agua para poder salir a jugar al patio días después.
Fue una bonita lluvia otoñal que espero se repita pronto para que mi hija se siga encantando con todo lo que eso significa no sólo para nosotros, sino para todo los que nos rodea también.
Sábado, 30 de Abril de 2022.
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