Brenda Méndez escritora de novelas infanto-juvenil

VILLA ALEMANA-. Brenda Méndez Valenzuela nació con alma de escritora e impulsada por su abuela materna, desde su temprana infancia, siempre escribió cuentos y poesía, no obstante recién en 2020 publicó su primera novela infanto-juvenil.

A pesar de haber nacido en Quilpué, nuestra entrevistada nos cuenta que toda su vida la ha desarrollado en la ciudad de “Los Molinos”, en donde creó a su personaje “Samu”, inspirado de un perro que solía ver en las afueras del Hospital  de Viña.

Brenda es Ingeniera en Prevención de Riesgo, profesión de la que se ha alejado en los últimos dos años para enfocarse en la escritura, lo que le ha permitido publicar dos libros, trabajar en futuras obras y participar con diversos grupos literarios de la zona.

La escritora afirma que no es amante de los perros, pero si le gusta pasar tiempo con ellos y observarlos, entonces ella nos explica que “Samu tiene una historia, un trasfondo, me gusta observar como los animales interactúan dentro de su animalidad. En la escritura infantil está la pega”.

¿A qué tipo de pega se refiere usted?

-Bueno, las estadísticas indican que Chile es un país de malos lectores, en cuanto a la cantidad, calidad, al acceso (de obras) y de recursos también.

-Leer un cuento a un niño me parece una actividad muy provechosa, no sólo en la relación entre el adulto con el niño, sino en lo que ellos pueden aprender, experimentar y desarrollar cognitivamente en ese momento.

-Por eso creo que ir aumentando el repertorio que tienen los niños es importante y que el niño logre identificar a lo mejor un tipo de cuento que le guste más que otro, también es importante.

-¿A su hija le inventaba cuentos?

-Sí, porque después ya no tenía nada más que leerle, entonces inventaba cuentos cuando ella era chica de cosas que habían pasado en el día o de problemas que estábamos teniendo.

-Por ejemplo, ella tenía cuatro años y no quería ponerse nada que no fuese de color morado. Era todo un tema para mí.

-De ahí surge la historia de la niñita del color morado, le armaba la trama, la dificultad y se lo volvía a contar, pero yo nunca escribí lo que le contaba en esa época.

-¿Y se arrepiente ahora?                                            

-Sí, claro que sí, porque me acuerdo de algunos y ella también se acuerda de otros cuentos.

-Recuerdo que un día ella estaba jugando en el patio, hizo con barro una especie de castillo, con una ventana y había un gusano. Ella tomó el gusano y entre que lo metía al gusano (en el castillo) o lo sacaba, el gusano se murió.         

-Y fue un drama porque yo no sabía cómo explicar la culpa que ella sentía por haber matado al gusano.

-Entonces, en unos momentos utilizaba los cuentos como una herramienta para que ella aprendiera también a desarrollarse y que comprendiera sus emociones.

Brenda destacó la importancia de su abuela materna, Albina Morales, quien la incentivó en el mundo de la literatura, desde muy temprana edad ella recuerda que su abuela siempre deseó estudiar pedagogía en castellano, pero por diversos motivos nunca lo concretó.

Lo cierto es que en la casa de sus abuelos existía un librero al cual ella tenía acceso a muchas obras, sin embargo también había una sección “prohibida” para nuestra entrevistada que mientras fuera una niña no tendría permiso para acceder a esos títulos que para su abuela no eran propio de su edad. Cuando falleció la abuela de Brenda ella heredó muchos libros, pero ya no estaban los prohibidos.

El nacimiento de la escritora infantil

Durante el inicio de la pandemia, cuando nuestro país comenzó a padecer la dura restricción sanitaria y vivía los efectos del toque de queda, Brenda Méndez aprovechó el confinamiento para escribir.

De esa manera surgieron dos títulos en que la autora los define bajo la categoría de “novela infanto-juvenil”, que fue autogestionada, con los respectivos ISBN y registro de propiedad intelectual, que en estos momentos se encuentran dentro de las plataformas de Amazon para su adquisición.

Fue así que Brenda se convirtió de manera formal en una escritora al publicar “Samu. Un guardia en Emergencia” (2020) y después “Samu y los hologramas herrantes” (2022).

-Bueno, cuéntenos quién es “Samu”.

-Te cuento desde el principio. Yo he escrito toda mi vida, osea, desde que iba en segundo básico, tengo recuerdos de haber escrito garabatos por acá o por allá.

-Luego, después tenía un cuaderno donde escribía poesías, no mucho cuento y mi mamá todos los inviernos ocupaba los cuadernos del año anterior para prender la salamandra y en ese juego que ella hacía se fue mi cuaderno con todo lo que escribí.

-Ufff.

-Jajaja. Mi mamá me quemó el cuaderno y yo la verdad me sentí tan (…), pero tenía quince años, venía acumulando mucha escritura y tú sabes lo que se escribe una vez no se recupera nunca más.

-¿Y qué dijo su mamá?

-Nada. Me dijo que para que lo dejé ahí y no le dio mucha importancia. Pero, para mí era un tesoro, así que después tuve un tiempo de silencio y luego escribí en un computador.

-Su mamá ya no le podía quemar el computador.

-No, pero después mi marido formateó el computador. Sentía que esta cuestión no era para mí, ¿cómo tanto? Jajaja. Me sentía tan vulnerada de verdad.

-La bendita pandemia nos dio el tiempo que no tenía a nadie y que nos dio tiempo a todos.

-Un día estaba sentada viendo televisión y pensé que ha pasado tanto tiempo, años y sigo escribiendo sin concretar la idea. Entonces me paré del asiento y me puse a escribir hasta que terminar, impulsada por la idea de no volver a perder lo que estaba escribiendo.

-En mi práctica, durante mi adolescencia,  en el Hospital de Viña y en ese lugar había un perro, muy gordito, bonito y simpático que siempre andaba revoloteando por la posta de urgencia y al lado estaba el SAMU, al menos en el antiguo edificio, porque ahora está remodelado.  

Brenda Méndez es autora de “Samu. Un guardia en emergencia”.

-Y a mí me llamaban la atención el perro porque era bien simpático, era un labrador y a mí como me gusta mirar en los perros, noté que estaba mirando a todo el mundo. De repente alguien me dice “no, es que seguro que tiene que haber llegado con el dueño (al Samu) y el dueño tiene que haber muerto”.

-Después empecé a ponerle atención a los perros del hospital. Estaban todo el tiempo parados al lado de la puerta, que se iban a dar una vuelta, como esperando algo o alguien, por supuesto, así que me di cuenta que muchos se quedaban ahí esperando a sus dueños como en la película “Hachiko”.

-Entonces, bueno, ahí me empecé a animar a escribir sobre sobre este perro, como dándole un poco reconocimiento, aunque la historia (de Samu) no tiene que ver mucho con ese perrito, aunque si es cierto que algo ahí.

-Pero ese perro del hospital inspiró al de su obra.

-Claro, me inspiró esa historia. Así que bueno, por ahí sale hay algunos personajes también que tienen alguna relación con mi existencia y creó esta historia en donde el perrito al final se hace amigo de un niño que está enfermo en el hospital.

De esta manera Brenda Méndez logró concretar su deseo de culminar una obra que no se viera coartada por un desafortunado fuego en alguna salamandra o un repentino formateo de computador.

A raíz de su búsqueda de poder publicar la obra en alguna editorial, ya sea independiente o de renombre, se impactó por los elevados costos, padeció las respuestas que nunca llegaron ante su solicitud de poder publicar en las editoriales y optó por la autoedición.

Después de publicar dos títulos bajo la saga literaria del perro Samu, Brenda Méndez escribió otras obras como “Calixta la dentista” y “El jardín de Don Fermín”, ha realizado lectura de obras en establecimientos educacionales de nivel básico, participa en un grupo literario de la ciudad de Villa Alemana y se considera como una “escritora independiente”.

Puedes seguirla en Instagram  y así descubrir un poco más a nuestra entrevistada que se dedica a encantar al público infanto-juvenil.

Jueves, 25 de Mayo de 2023/Entrevista #110

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La fotografía a través de Oswaldo Condorí

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