“Toda mujer de la ciudad era una víctima potencial de… ‘El Violador’ “, así arranca la perturbadora obra del escritor norteamericano Talmage Powell (1920-2000) mejor conocido como “Jack Mc. Cready”.
Jack Mc. Cready publicó muchísimos títulos a lo largo de su vida, pero poco y nada se sabe de él o sobre las motivaciones que lo impulsaron a escribir la génesis de los desviados deseos de un hombre, historia que el libro aclara no está basada en hechos reales, sino construida a través de la imaginación del autor.
Si contextualizamos la época y las costumbres en el momento en que se publicó El Violador (1961) en EEUU, debemos imaginarnos que de seguro no fue bien recibido por conservadores, religiosos, mujeres ni por la critica literaria, también podemos inferir que por esa razón se imprimieron pocas copias y que hasta el día de hoy generaría un natural rechazo la historia de Bradley Manton, a raíz de su misoginia, machismo y por como violentaba a las pobres víctimas que nos narra la novela.
Salvo por las referencias geográficas reales, El Violador nos cuenta cómo paradójicamente el monstruo que acecha y lastima, física y mentalmente a las mujeres, fue creado por una propia mujer: la madre de Bradley Manton
Bradley es retraído, frustrado, tímido y a lo largo de su vida se escondió tras el regazo de su madre que le transmitió odio y rechazo a su mismo género hasta su último suspiro.
Tras la muerte de su madre y ante la soledad como pobreza absoluta Brad abandonó la casa familiar que iba a ser rematada, encontró otra residencia, un mediocre trabajo y empezó a frecuentar pecaminosos lugares en donde las mujeres seducían a los hombres que para él era algo despreciable, así que aprovechó una oportunidad para descargar su indignación y castigar a una mujer que despreciaba, convirtiéndose ella en su primera víctima y de paso él encontró una razón para mantener su patética existencia.
Braedley siempre concentró sus pensamientos en odiar a las mujeres, sentir asco por ellas y justificar que las terribles acciones que cometería serían por culpa de éstas por “incitarlo”. Él fue una consecuencia de las enseñanzas de su madre que siempre le advirtió que debía cuidarse y no confiarse de las mujeres que en realidad eran malas como aprovechadoras.
Ethel Manton, su esposa, sufrió el machismo, la indiferencia y las consecuencias de una perturbada mentalidad que jamás logró comprender de un hombre con quien compartió muchos años de relación, ignorando que él era un violador, esto debido a que al igual que él, ella se encontraba en la soledad absoluta y no había mejores opciones, creía.
Por otro lado, Betty Conway sufrió las consecuencias de la violación en el parque Treadway, como Lili Loach sufrió el secuestro en las afueras de el “Puerta Púrpura” y posterior violación en unas abandonadas instalaciones. Ambas padecieron las mismas situaciones en las que Brad sometía a sus víctimas, disfrutando el miedo y la lucha que ejercían despavoridas.
La figura de la policía Doris Hayes también es fundamental en esta obra porque ella a diferencia del trauma que empezará a vivir Betty o la indiferencia de Lily, ya que para ella solo fue sexo no consensuado a pesar de ser promotora sexual, la oficial luchaba para evitar que el violador se salga con la suya porque sabía que volvería atacar.
Por esa razón el autor nos presenta estas líneas tan disimiles, entre todas las mujeres mencionadas, para dar cuenta que cada víctima es un relato aparte, mientras profundiza en la psicología del abusador que va cambiando a medida que avanza la obra porque Bradley llegó a imaginar burlesco que siempre se saldría con la suya y que no habría consecuencias, hasta que el relato opta por lo contrario.
El Violador no es un título recomendable para todo lector. Desde la página uno hasta la última hoja la crueldad, la impotencia y la indiferencia del ser humano se ve reflejado a través del ficticio villano y protagonista que no padece ningún tipo de culpa hacia ninguna mujer mencionada en la novela.
Estamos ante un título que está muy bien escrito, desarrollado y ambientado, pero que lamentablemente, salvo por los detalles editoriales, no posee mayor información en cuanto a su impacto literario, comercial o social, ficción que por supuesto no hay que normalizar en nuestra sociedad por más literatura se trate.
Como suele ocurrir en muchas obras, el aspecto más débil en El Violador es su final. Con un desenlace abrupto, dejando ciertas historias abiertas y la manera en cómo resolvieron el enigma de la identidad del abusador, la verdad fue bastante pobre y hasta burdo la forma en la que trabajó esta fundamental parte Jack Mc Cready, tirando por la borda todo lo desarrollado antes. Incluso el clímax, el enfrentamiento contra el violador, fue bastante flojo y para nada emocionante.
De igual modo es una novela que despierta interés y que ofrecerá al lector momentos muy intensos que desde ya volvemos a reiterar, no es apto para toda clase de lectores.
Domingo, 17 de Septiembre de 2023
No olvides dejar tu like y seguir nuestra fanpage aquí. Si deseas ser parte de El Semáforo envía un artículo a elsemaforoquilpue@gmail.com y no olvides leer esto: