“Grunge” por Sergio Muñoz

Llegó el gran momento. Subí hasta el escenario con una adrenalina increíble, emocionado y con el público coreando el nombre de la banda y el mío también.

A pesar de estar muy drogado memoricé bien la lista de canciones que tocaremos y una vez que el resto de los integrantes se subieron al escenario inició la presentación de nuestro gran show saludando y agradeciendo la casi asistencia de cien mil voces.

Los fanáticos desde todos los rincones estallaron, pero mi atención se centró en la primera fila. Me enloquecía aquellas mujeres que miran deseándome, luciendo ajustados escotes, vestidos cortos y labios tan provocadoramente pintados. Clavé mis ojos en algunas de ellas incitándolas aún más en desearme.

El público arde. Cuando los chicos terminan de probar los intrumentos sobre el escenario ante la atenta mirada de nuestros seguidores, vuelven a explotar cuando escuchan el primer riff anticipando que desde ya comenzaremos con lo mejor de nuestro repertorio musical que consiste en una estridente y psicodélica melodía que musicaliza letras sobre las consecuencias de abusar de los estupefacientes para acallar violentos deseos de autodestrucción.

La droga que consumí, previo al show, multiplicó la energía que percibo del público al unísono mi voz se quiebra en el momento más sublime en lo que se convirtió no sólo en uno de los grandes himnos del grunge, sino del rock mundial también.

Luego de ahogar mi voz y sentir cómo casi el estadio se desploma tras la primera canción, no pude evitar mirar a la atractiva pelirroja en primera fila que tanto me cautiva y bajo una espontánea acción la subí hasta el escenario y la besé delante de todos. Los espectadores enloquecieron y sobre todo muchas mujeres rogaron hacer lo mismo.

Todo es caos. Soy un puto dios del rock. Hago lo que quiero. A la pelirroja le grité al oído que me esperara detrás del escenario para después cogerla, sin embargo alguien interrumpió el clímax para decir:

—”¡ATENCIÓN ASEO! Atención aseo. Pasillo siete. Dirigirse pasillo siete. Gracias”—. Repite el gerente desde la atención de clientes del supermercado. El viejo de don Julio no tolera verme con los audífonos puestos, así que me los saco antes y me dirijo hasta el lugar que espero no se encuentre tan asqueroso mientras se aleja de mí la excitante imaginación de ser la voz de toda una generación. Aún no acepto que soy un simple aseador. Aún no entiendo cómo ese famoso cantante de grunge dejó de trapear pisos a diferencia de mí.

FIN

Sergio Muñoz es escritor y publicó en 2022 “Entre el Cenit y el Abismo. Y otras ficciones”. A partir de ahora y en cada fin de mes, él se comprometió a escribir un cuento con el único fin de entretener y ejercitar su pluma. Puedes seguirlo a través de su cuenta de Instagram y Facebook.

 

Domingo, 30 de Julio de 2023/ Cuento #7

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