Mi querida Coffee

Coffee
Ella es Coffee, una hermosa gatita mezcla de siamés. Dejo este mundo a raíz de una terrible enfermedad.

No es fácil escribir esto ni mucho menos después será leerlo porque jamás imaginé que te irías de mi lado tan pronto mi querida Coffee, mi pequeña hija gatita.

Naciste de una camada de cuatro cachorritas, entre ellas estaba “Mija”, “Nina” y tu gemelita que jamás bautizamos porque se fue a muy temprana edad para otro hogar.

Ellas fueron tus hermanitas que crió tu madre, la “Gemelita”, quien hace poco tiempo atrás desapareció, ya que se dice que las mascotas “se pierden” para ir a buscar su propia y solitaria muerte, esto con el fin de intentar no causarnos alguna especie de dolor.

Recuerdo que tu familia gatuna era linda, todas siempre jugaban juntas, se perseguían, se escondían en el canasto de mimbre que sirvió en una época para unir al primer y el segundo  piso de nuestro anterior hogar en Playa Ancha, a través de un ventanal que sucumbió con el paso del tiempo.

Coffee era una gatita versátil, adaptable, tímida, hiper juguetona, cariñosa, bastante atencional, comunicativa y hasta nos respondía cada palabra, le encantaba tomar el sol, sentir la brisa del viento o del ventilador y por sobre todas las cosas, fue la última gatita de toda una generación.

Desde que mi mamá decidió adoptar a la “Mínina” hace más de 15 años, jamás nos imaginaríamos que seríamos testigos de una verdadera dinastía de gatitos que pasarían por nuestra casa, dejando algo especial para recordarlas por siempre.

La primera camada que vi nacer fue de la “Pucherito”, la “Sakura”, la “Estrellita” y la “Lucerito”, quienes fueron hijas de la Mínina, una hermosa gata que jamás esterilizamos, ya que en ese tiempo simplemente no se hacía por una tonta falta de cultura de cuidado de animales que hoy en día sería muy mal visto y condenable.

La Mínina posteriormente dio a luz a muchas otras generaciones de gatos como la primera camada de nuestra matriarcal gata que generó una sobre población en nuestra casa que siempre nos preocupó, pero que nos encantaba disfrutar.

“El clón del Beto”, el “Siamés”, la “Chiquitita”, la “Pequita” y así fueron apareciendo muchos gatitos que reconozco no le brindamos la mejor calidad de vida ni cuidados, en comparación a lo que soy capaz de brindar hoy, porque aprendí a ser un buen padre para mis mascotas a diferencia de aquella época en donde dependía economicamente de mis padres y éstos carecían de conocimientos y cultura en el cuidado de animales. Sin embargo, no faltó amor y atención, aunque si faltó en algunos casos comprensión para ciertos desafortunados, en medio de todo ese tiempo nació la Gemelita, que se llamó así por tener una hermana igual, aunque en verdad fueron tres iguales, una murió al poco tiempo de haber nacido y la otra por un accidente con el catre de la cama.

Es importante hablar de los ancestros de Coffee, ya que ellos son parte de esta historia, de este relato, de su forma de vivir y de sentir, y sobre todo, partes de mí, que me recordara siempre que tendré una deuda eterna con aquellas mascotas que esperaban no sólo más de nosotros, sino de mí también y me culpó ahora de no haber sido mejor para ellos.

Gemelita es un caso particular. Ella se convirtió en mamá cuando Mínina dejó de ser la matriarca en nuestra casa, después de morir. Fue así que tuvo su primera camada muchos años después de nacer, y entre aquellos bebés que brotaron de ella, Coffee apareció en este mundo para contar su propia historia.

Coffee era una cosa tremenda, puesto que todas las personas terminaban maravilladas por la belleza de mi gatita, a pesar de ser una mestiza, su pelaje, ronroneo, color de ojos y forma de ser, encantaba a todos.

Coffee para mí era una reivindicación como cuidador de animales, porque antes de cuidarla a ella apareció Pequitas, mi primera gatita que cuidé personalmente, pero por culpa de una terrible enfermedad murió con tan sólo un año de edad, dejando en mí una pena inmensa. 

Cuando apareció la camada de la Gemelita me preocupé por cuidarlas y Coffee creció bella. Desde que la llevé por primera vez a un control médico en un centro clínico veterinario en Central, Playa Ancha, Valpo, me advirtieron que tuviera cuidado, ya que Coffee sería una gatita enfermiza, a raíz de sus genes.

A veces, cuando la ves jugar, correr tan fuerte, contemplas su increíble manejo acrobático,  presencias saltos suicidas propios de gatos, comienzas a olvidar aquella recomendación médica que no crees que se cumplirá.

Coffee se convirtió en algo más allá que una creación de la naturaleza, hasta en cierto punto era demasiada gentil y sentía que ella me comprendía, ya que jamás la vi pendiente de las aves con deseos de lastimar, por el contrario las contemplaba con mucha dulzura y curiosidad.

Pero de pronto todo cambió. Ella dejó de hacer una vida cotidiana normal. Algo andaba mal y acudí a un especialista que terminó dando una terrible noticia.

Coffee
Esta fotografía la tomé en 2014, año en que nació Coffee y sus hermanitas. Uno de los pocos registros de una familia que ya no existe, pero que jamás olvidaré.

A raíz de la infinidad de gatos que vi pasar por mi anterior casa en Playa Ancha, tanto propios, de familiares y callejeros, Coffee heredó leucemia y de paso, se generó en ella una anemia, que impidió por completo el efecto de los medicamentos para atacar la enfermedad.

En ese momento entendí porque siempre los gatos pequeños morían, porque murió Pequitas, porque desaparecieron la Pucherito, la Nina, La Paloma y otros gatos más. De seguro heredaron terribles enfermedades y decidieron escapar. Su naturaleza los llevó a decidir ese final.

De un día para otro, Coffee ya no era la gatita que solía robarnos los dulces que guardábamos por ahí o era aquella que hacía “aparecer” las hilos desaparecidos, evidenciando metros y metros de hebras enredadas bajo las patas de las silla o de la mesa de nuestro hogar.

Ahora, era una gatita que padecía una terrible enfermedad que consumía a diestra y siniestra su esencia, para convertirla en una pobre  versión per se.

Quienes conocieron a Coffee jamás se la podrían  imaginar cómo lo que fue en sus últimos momentos en este mundo que para algunos animales es un verdadero infierno.

Tomar una decisión fue difícil. ¿Quiénes somos nosotros para determinar quién sigue viviendo o muere? De un momento a otro ya no éramos los padres de esta pobre criatura, nos transformarnos en su propio verdugo.

Coffee no mostraba mejoría alguna y nuestras esperanzas decayeron. Pasaron los días de aquel fatídico 28 de noviembre de cuando nos enteramos que podría padecer una terrible enfermedad e incurable.

Partió de este mundo, el viernes 20 de diciembre de 2019  a eso de las dos de la tarde. Tuve la fortuna de acompañarla en sus últimos minutos de vida. De verdad perdí la cuenta de cuántas veces reiteré su nombre para que sintiera que estaba a su lado.

A Coffee la conocí desde mucho antes que naciera, cuando esta se mantenía dentro de la guatita de la Gemelita  y ella se paseaba con un estómago completamente hinchado hacia los costados, en verdad era una cosa deforme, extraña y chistosa de ver.

Partió de este mundo, en un caluroso día, lejos de ser uno agradable y primaveral, en un Chile que vive una verdadera agitación social, en un planeta que experimenta un cambio climático y sobre todo, bajo un contexto de leyes que castiga efectivamente el maltrato a ciertos animales, entre otras cosas recordaré este momento así.

Aunque lo anterior nada importa. Ahora ella se re encontrará con su familia gatuna, que partió antes de ella, mientras en este mundo lloramos su partida aún y la pena nos ahoga, sé que mi Coffee debe estar en un mejor lugar y siendo feliz.

¡Adiós Coffee! Ya nos re encontraremos. Te volveré a tener entre mis brazos. Me amasaras y volverás a dar tus besitos gatunos, mordiendo mi nariz o mentón, aunque duela, pero más duele tu triste y prematura partida, mi querida y amada Coffee.

Viernes, 20 de Diciembre de 2019

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