La Primavera de Chile

En medio de un oasis político en América Latina llegó la primavera en Chile floreciendo la insurrección, la desobediencia civil, las protestas, los montajes, el caos, la delincuencia y sobre todo, la inminente caída del segundo gobierno de Sebastián Piñera.

No son “tiempos mejores” ni para la derecha, ni para la izquierda ni para las FFAA, dado que la ciudadanía está molesta, indignada, furiosa y desean cambios profundos e inmediatos.

Jamás debieron subestimar a los estudiantes, menos si son secundarios. Lo que comenzó con un llamado masivo a evadir el pago en el Metro de Santiago se terminó transformando en la punta de lanza de otras demandas que afectan a nuestra sociedad.

Mi suegro, por ejemplo, trabaja desde los 15 años de edad, honrado y trabajador, respetuoso de las leyes y de la autoridad, pero el Estado lo castiga con una pésima y vergonzosa pensión, a pesar que ya jubiló no puede retirarse de la pega, porque el costo de la vida en nuestro país está demasiado caro.

Es por eso, entre otras demandas, que la ciudadanía estalló ayer, 19 de octubre, fecha que jamás olvidaremos, ya que se convirtió en el día de nuestra propia primavera árabe (2010-13) gracias a nuestros valientes, osados y contestarios estudiantes, quienes fueron los primeros en salir a protestar.

Muchas agrupaciones sociales, políticas, etc., que empatizan con la causa intentaron explicar al gobierno que esto no era sólo por un aumento de $30 pesos de un servicio público ya cuestionado, sino también por la desigualdad social, sistema de pensiones, alzas en servicios básicos, corrupción de carabineros y ejército, nepotismo, CAE estudiantil o fondo solidario, educación, colusiones de empresas, privatización de recursos naturales, criminalizar movimientos sociales, tratar de delicuentes a evasores del Metro y no a los grandes empresarios, entre otros puntos (la lista es demasiada larga).

Entonces la sociedad estalla en la calle, explota, queman todo, muere gente, el Estado suelta a los militares para apaciguar a la ciudadanía y esto sólo genera un espiral de violencia que sólo terminará perjudicando y hundiendo más a un Sebastián Piñera que demostró una triste y pálida imagen de empatía y liderazgo que Chile no olvidará por más que haya impulsado reducción de horas de Historia en las aulas.

La primavera llegó a Chile tarde, pero llegó y de ello brotó lo que se ha ido germinando hasta alcanzar este estallido que ha dado la vuelta al mundo porque la sociedad ya se cansó de la clase política y empresarial que nos gobiernan.

Entre medio de todo esto, brotaron frases que generaron odio en la personas como que la gente va socializar a los consultorios temprano (Luis Castillo), tampoco desean levantarse más temprano para ahorrar en el metro como aconsejó el ministro Fontaine ni mucho menos olvidar la gran observación que hizo Cata Edwards al recomendar que nuestra tercera edad debería seguir trabajando después de jubilar.

Y en esta primavera, no brotaron ni flores ni plantas como antes, puesto que el agua al parecer se la están robando también en plena sequía (hay un video del río aconcagua que generó polémica) sino el fin de una tolerancia ante una acción política y/o empresarial que brindará en la población un estanque de oxígeno ante tantos abusos y desmedidas situaciones que alcanzaron su punto máximo.

Paradógicamente, en los cines se está estrenando El Joker, cinta que narra la transición que experimenta Arthur Fleck hasta convertirse en el principe payaso del crimen y como una sociedad se rebela ante la élite política y empresarial de Ciudad Gótica como está sucediendo en Chile ahora.

Chile despertó, se cansó, se indignó, etc., y no fue por acción de un solo payaso, sino de muchos a quienes les brindamos el poder de dirigir las riendas de nuestra nación, pero sólo ven la oportunidad de enriquecerse a consta del aparato estatal (otra demanda ciudadana) y olvidan para quiened gobiernan.

No sabemos cuánto durará esta primavera, ni mucho menos hasta qué grados de violencia alcanzará, sólo deseamos que aparezca ese diálogo reconciliador, que genere nuevos bríos de esperanza y cambio, que por un momento quede atrás esa derecha-izquierda y pongan al pueblo en primer lugar.

Sabemos que muchas de las demandas ciudadanos no se resolverán en estos momentos, pero demos el primer paso ahora para construir un nuevo Chile más justo y hermoso…soñar no cuesta nada.

Domingo, 20 de octubre de 2019

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