
El siguiente mito, que hasta el día de hoy cautiva, para mí fue creado para encubrir la maldad del hombre, a pesar que no posee un claro origen, se supone que se originó entre la época de la invasión/conquista española y posterior dominio europeo en lo que se conoció como el Reino de Chile. Así que les dejo una versión que inventé.
“Mito” por Sergio Muñoz
Los españoles, enfermos de codicia, alcanzaron lo más recóndito de Chile, descubriendo así la mágica isla de Chiloé que mapuches y huilliches llamaban “Chilhué” por ser «lugar de chelles», una especie de ave muy particular de la zona.
La natural belleza de la isla no sólo maravilló a los invasores europeos, sino también reforzó la utópica idea de que la Ciudad de los Césares si existía y que se encontraba más cerca de lo imaginado. Eso los motivó a seguir explorando los ignotos territorios en nombre de Dios, de su rey y de su propia avaricia.
No obstante, no todos los españoles creyeron en esa fantasía, ya que otros prefirieron fundar ciudades y protegerlas de las afiladas lanzas, arcos, picas y/o flechas de iracundos mapuches que no toleraron al invasor extranjero.
Pues bien, dentro de ese contexto histórico y bélico entre dos pueblos tan diferentes, se gestó la historia de una mujer española que agobiada por los malos tratos y humillaciones por parte de su esposo, un importante militar, decidió abandonarlo para dejar atrás tanto calvario.
El soberbio militar español jamás imaginó que al regresar de una campaña ya no encontraría a su mujer. Por más que buscó jamás la encontró. La furia e indignación se apoderó de él.
Por supuesto, él nunca reconoció los errores cometidos y para el soldado fue más fácil inventar, ante la opinión pública, que su esposa se escapó con otro hombre tras haber sido descubierta siéndole infiel.
Sin embargo, el soldado español lloró a la mujer que perdió y desesperado por matar la pena de amor, intercambió valiosas pertenencias de manera clandestina con mapuches para obtener vino que bebió hasta emborracharse por completo, como jamás lo había hecho en su vida.
El soldado vagó borracho y deprimido de un lugar a otro sin encontrar consuelo alguno. Inventó y reiteró a las personas, que molestó ebrio, que una extraña criatura enamoró y engañó a su mujer para llevársela lejos de él.
Ya cansados del ebrio militar, muchos colonos interpusieron quejas y el sujeto fue detenido y encarcelado, sin embargo, nadie imaginó que un mestizo tomó muy en cuenta su absurda historia.
Luego, el mestizo ansioso narró lo que escuchó del borracho a un amigo, aunque de una manera diferente a lo balbuceado por el soldado español, y que después ese amigo compartió con otra persona una versión muy cambiada en comparación a las dos primeras historias.
De esa manera surgió aquella mítica figura chilota que denominaron como “El Trauco” que se convirtió en el principal responsable de abusar sexualmente mujeres en Chiloé y que a muchos les encantó.
Pero, los hombres no conformes con culpar a El Trauco de sus viles acciones y para enriquecer el mito de esta mágica criatura, añadieron al relato que este ser poseía ciertos dotes mágicos, increíbles poderes de seducción y sobre todo fue caricaturizado a un grotesca y patética figura humana que escondido en el bosque, esperaba acechar a una descuidada mujer para violentarla.
De esa manera, se hizo más fácil y popular en la isla de Chiloé responsabilizar, a lo largo de muchos siglos, al inocente e inexistente Trauco que al maldito abusador, real y sin poderes mágicos, que le bajaba la falda y calzón a la mujer que violaba.
FIN.
-Cuento #13-
¡Abrazo literario!
Sergio Muñoz es periodista y escritor. Publicó en 2022 “Entre el Cenit y el Abismo. Y otras ficciones”. Puedes seguirlo a través de su cuenta de Instagram y Facebook.
Martes, 30 de Enero de 2024
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