Yu Dong-ju (1917-1945) fue un joven poeta coreano que padeció las consecuencias de la ocupación japonesa en su país lo que generó un sinfín de conflictos que dio por resultado un movimiento independista coreano que luchaba en contra del invasor Japón.
Dentro de aquella efervescencia política y social, Yu Dong-ju fue detenido por la policía japonesa, bajo la supuesta sospecha de que él pertenecía a un grupo opositor, y fue encarcelado en 1943 en donde fue asesinado en circunstancias que aún no se han corroborado, seis meses antes de la liberación coreana.
En cuanto a la poesía del desafortunado vate asiático, se consideraba su estilo bastante lirico y de resistencia (política) que intentaba plasmar en una obra que se iba a titular “Cielo, viento, estrellas y poesía”, no obstante, la obra que contaba con 19 poemas seleccionados jamás se publicaría antes de su muerte.
En 1942 Yu Dong-ju viajó a Tokyo, Japón, y estudió Literatura Inglesa, pero se cambiaría el nombre y apellido por uno japonés algo que reconocería después, a través de su celebre poema “Confesión”, le generaría vergüenza.
Un año más tarde regresó a Corea tras terminar sus estudios y como ya hemos mencionado antes, el joven poeta fue detenido y posteriormente asesinado el 16 de febrero de 1945 con tan sólo 27 años de edad.
De manera póstuma se publicaron los poemas de Yu Dong-ju bajo el nombre que siempre pensó y de esa manera se dio a conocer como un poeta de resistencia que también versaba desde la inocencia de un joven, de conciencia social y de una sensibilidad provocada por la vergüenza que le generaba no poder llevar una vida como la que deseaba, entre tanto luchaban por mantener una propia identidad nacional.
Con el pasar de los años la familia de Yun Dong-ju se encargó de mantener vigente su legado poético, contribuyeron con la republicación de algunas obras, presentaron poemas inéditos y en honor al poeta asesinado durante la ocupación japonesa en Corea, parte de su legado artístico se encuentra recopilado en el Museo Literario Yun Dong-Ju, ubicado en Jogno-gu, Seúl.
Poesía de Yun Dong-ju
“La rosa enferma”
a la rosa enferma.
¿Acaso la enviaré al monte,
montada en el cadencioso penar de la carreta?
¿La enviaré al océano
montada en el bufido triste del barco?
¿La mandaré al espacio
montada en las estrepitosas alas del avión?
Déjalo,
déjalo todo así.
Y antes de que mi pequeño despierte,
entiérrala en mi pecho.
“Prólogo”
Hasta el día en que muera,
anhelo no tener ni una pizca de vergüenza
cuando miro hacia el cielo,
así que me he atormentado a mí mismo,
incluso cuando el viento agita las hojas.
Con un corazón que canta las estrellas,
amaré todas las cosas que mueren.
Y caminaré por el camino
que se me ha dado.
Esta noche, de nuevo, el viento roza las estrellas.
Otoño llena un cielo de estaciones que pasan.
Si pudiera contar, sin preocupación alguna, todas las estrellas de otoño.
Una memoria a una estrella,
Un amor a una estrella,
Una soledad a una estrella,
Una admiración a una estrella,
Un poema a una estrella,
Y madre, madre a una estrella.
Madre, llamaré cada uno de estos bellos nombres a una estrella.
“Confesiones”
¿De qué dinastía
podría el relucido espejo de cobre verde ser una reliquia
que mi rostro persistente
trae en tal desgracia?
Reduzcamos la confesión a una sola línea.
– Veinticuatro años y un mes
para que felicidad he vivido?
Mañana o el día siguiente o en cualquier día feliz
tengo que escribir otra línea de mis confesiones.
– Entonces, a esa temprana edad,
¿por qué hice una confesión tan vergonzosa?
Cada noche limpiemos el espejo
con la palma de mi mano, con la planta del pie.
Luego aparece en el espejo la espalda de una persona triste que
camina sola debajo de una estrella fugaz.
“Contando las estrellas en la noche”
El cielo se llena de otoño.
En esta quietud tranquila.
Casi podía contar estas estrellas otoñales.
Pero ¿por qué ahora no puedo enumerar
esas una o dos estrellas en mi pecho
es porque el amanecer se está rompiendo pronto,
y tengo mañana por la noche en la tienda,
y porque mi juventud aún no ha terminado.
Memoria para una estrella,
amor por otra estrella,
tristeza por otra estrella,
anhelo de otra estrella,
poesía para otra estrella,
y oh! madre por otra estrella.
¡Madre! Intento llamar a cada estrella con una palabra tan evocadora, nombres de niños de la escuela con quienes compartí escritorios, nombres de niñas alienígenas como Pai, Kyunh, Ok, nombres de doncellas que ya se han convertido en madres, nombres de vecinos que vivían en la pobreza, nombres de aves y bestias como palomas, cachorros, conejos, burros, venados y nombres de poetas como Francis, Jammes y Reiner Maria Rilke.
Están tan lejos
E intangibles como las estrellas.
¡Madre!
Tú también estás en la lejana tierra de los manchúes.
Porque tengo un anhelo secreto,
sentado en este banco de estrellas,
He escrito mi nombre al respecto
y lo cubrió con tierra.
En verdad, es porque los insectos gorjean.
Toda la noche para llorar por mi nombre tímido.
Pero la primavera llegará a mis estrellas después del retraso del invierno.
enverdecer el césped sobre las tumbas,
así que este banco que entierra mi nombre
con orgullo volverá a llevar la hierba.
Miércoles, 17 de Enero de 2023
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