Hace muchos años atrás, específicamente en 2009 cuando ingresé a la UVM, conocí a una compañera que alucinaba con Alberto Fuguet y que ingresó a Periodismo para más o menos potenciar su faceta literaria como a quien tanto admiraba.
Así fue como descubrí la importancia de Alberto Fuguet en aquel tan reiterado concepto de la “nueva” literatura chilena que se dio a inicio de la década de los 90 cuando se dio fin a la Dictadura de Augusto Pinochet.
Sobredosis (1990), Alfaguara, es una obra que reúne diversos cuentos creados por un joven Fuguet que encantó a la comercial editorial y que convirtió a un desconocido en un prometedor escritor que usaba un lenguaje bastante coloquial, juvenil, explícito en cuanto a situaciones sexuales, que ridiculizaba a cierta clase social y política que por supuesto encantó a miles de lectores en ese período de tiempo en donde Chile dejaba atrás un biombo o apagón cultural.
Lo que parecía innovador en ese entonces, en cuanto al estilo literario, después de treinta años desde su primera edición, siento que es un libro que no ha envejecido bien, está lejos de ser uno de los grandes títulos de la historia de nuestro país, aunque creo que eso le da lo mismo al autor.
Y a pesar que siempre hay críticos que usan un sinfín de citas, bastantes rebuscadas, de otros grandes escritores yanquis o europeos para endulzar algún pasaje de esta obra de Fuguet, desde mi lugar como simple lector, espero que este libro no sea lo mejor que haya escrito, de verdad que no.
De hecho, si tuviera que hacer una nota mental de los grandes escritores de nuestro país que son citados en la academia, en portales literarios y alguna que otra conversación (entre conocedores de literatura chilena), Alberto Fuguet nunca es mencionado como para llegar a estar dentro de algún top.
Sobredosis, obra que leí con calma, que corresponde a una joven edad del autor, a otros lectores y esas cosas, no me cautivó para nada, se hacía tan tediosa tanta adoración a la comercial cultura gringa que hasta por si acaso te lo sacaba el autor citando frases de canciones, películas, etc., no sé si para sonar cool o solo para parodiar a un segmento de la población que ama ser más del norte que ser chileno. Qué sé yo.
Aquel relato, en primera persona, de una mujer cagüinera que no teme decir lo que piensa, por ejemplo, en un eterno monólogo que supuestamente no lo es, ya que la protagonista se encuentra hablando con una amiga, para ser honesto esperaba que terminara lo más pronto, pero se alargaba tanto su cierre que me hacía pensar en la pobre mujer secundaria de ese “cuento” que tuvo que haber escuchado por una eternidad como la cagüinera le contaba como se cogía a todos los hombres que podía sin olvidar a esa otra amistad que de ser facha se volvió una pobre comunista, sin dejar de hablar a nuestra pobre amiga secundaria.
O aquella historia del tipo que deja a su familia para ir a Estados Unidos, y pese a que no puede vivir en el lugar que desea, debe conformarse con algo más económico (como si fuera una terrible calamidad) y cómo no tiene más qué hacer, aparte de “estudiar” que es el fin de su viaje, por ende debería ser lo más fundamental para él, decide que lo mejor es investigar a un amigo que hace muchos años se fue de Chile y ahora está en el país de las barras y de las estrellas, sólo para asegurarse si es un farsante o no, aunque ¿eso en qué le afecta a él?¿qué gana con eso?
¿Y esto leía mi compañera que alucinaba con Alberto Fuguet? Bueno, eso fue hace más de diez años, tal vez sus gustos literarios cambiaron, como ocurre con cualquier ser humano normal.
¡Qué difícil fue escribir este párrafo! Porque a fin de cuentas no quiero decir que Sobredosis no sólo es un mal libro, que tuvo fortuna el autor con el éxito de éste, sino como simple lector que desde hace años se hizo una cierta expectativa con este título, podría decir que la obra “Un mundo herido” de Armando Méndez es un título más cautivador, penetrante y sobre todo más injustamente reconocido, aunque es así la suerte para algunos, ¿qué le podemos hacer?
Al menos, para ser honesto, no recomendaría Sobredosis, un libro que tuvo la suerte de ser comercial y ya, sin embargo Alberto Fuguet posee más títulos que podemos descubrir para después opinar de ellos, que esperamos valgan la pena realmente de ser leídos.
Domingo, 11 de Septiembre de 2022
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