Hace poco tiempo comencé a contar cuentos infantiles a mi pequeña hija que se entretiene con los relatos antes de irse a dormir, entre los cuales el clásico “Blancanieves y los siete enanitos” se ha convertido en uno de sus favoritos.
El popular cuento, publicado en 1812 por un desconocido autor, se escribió en una época distinta a la que yo descubrí esta historia y también en la que mi hija nació y crecerá posteriormente.
Blancanieves es un gran cuento, sencillo de leer, sólida narración, de buen ritmo y nos plantea distintos escenarios que los personajes secundarios, que sólo sirven para una cosa muy en específico, y las dos protagonistas nos conducen a un final que los pequeños lectores disfrutaran, porque se impone el bien sobre el mal.
Ahora, conectando Blancanieves en una actualidad en donde los lectores son más criticos, curiosos y observadores de los detalles, sin olvidar que se comunican con los autores, la fuerte irrupción del feminismo, las cuestiones de géneros y otras causas sociales, nos permite abordar desde otras perspectivas este cuento de más de doscientos años.
Por ejemplo. ¿En dónde carajo estaba el papá de Blancanieves, después de casarse por segunda vez, con una mujer que deseaba ver muerta a su hijastra? ¿Por qué no hace nada tras la desaparición de su única hija? ¿Por qué el autor decidió que el padre de Blancanieves fuera un perfecto inútil? ¿Era algo común en el pueblo del autor lo anterior?
Otra característica de esta clase de cuentos, que fueron pulidos por los hermanos Grimm y luego por los estudios cinematográficos de Walt Disney, es que los príncipes no sólo salvaban a las protagonistas, sino también se convertían en el gran premio de ellas, así que ¿se imaginan que Blancanieves hubiera sido rescatada por un humilde campesino? ¿se habrá enamorado de un hombre pobre, feo, hediondo, etc?
Ya no es tan terrible para el mundo ser testigo de “heroínas”, pese a que muchos asocian la palabra con droga, algo que me sucedió con una entrevistada que sintió que me refería a ella como drogadicta cuando era una gran rescatista de animales, pero su pésima lectura la condujo a otra cosa. Regresando al concepto, por supuesto que para el desconocido autor de Blancanieves que ella sea rescatada por una mujer, una heroína, era una idea imposible, ya que las mujeres estaban muy relegadas en la sociedad y literariamente solo servían para despertar todo tipo de pasiones entre los hombres o solo ser un premio para ellos.
Algo que se dice sobre la edad de Blancanieves es que ella tenía entre catorce o quince años, algo que Walt Disney no menciona en sus películas porque la hacen ver un poco más adolescente o adulta. En 1812, era normal que mujeres menores a los dieciocho años se casaran a temprana edad y si bien en países no occidentales aquello no ha terminado, en occidente escribir algo así, en estos tiempos, sería totalmente condenable.
Si bien los textos más actuales de Blancanieves ocultan ciertos sucesos escritos en sus inicios como que la malvada reina comió los supuestos órganos de su hijastra, creyendo que con eso adquiría belleza, o también que intentaron asesinar a Blancanieves en tres oportunidades y la menos mencionada de todas, cuando la reina malvada es cruelmente asesinada por orden del príncipe, después que Blancanieves le indica quien fue la responsable de sus intentos de homicidio, solo podemos llegar a la siguiente conclusión, en el próximo párrafo.
Si alguien hubiera escrito Blancanieves en esta época, respetando la obra original, generaría un increíble rechazo dentro de una sociedad a la que se le acusa como grave, hiper sensible, de una doble moral y que tanto minorías sexuales como grupos más conservadores, pulverizarían a un relato ofensivo y retrógrado, como lo es ahora considerar que lo mejor que le pueda pasar a una mujer es casarse con un hombre y ser mantenida por él que sólo ve a su esposa como un trofeo o un simple enamoramiento del momento, más aún consintiendo y normalizando una relación entre una menor de edad con un hombre mayor, cuando está en auge la lucha en contra del abuso sexual en todas sus formas.
No sé hasta qué edad mi hija disfrutara que le cuente Blancanieves ni cuándo me comenzará hacer preguntas sobre una mujer que se duerme hasta ser salvada por un apuesto hombre clase ABC1 que soluciona todos sus conflictos existenciales tras casarse y el escritor cierra con broche de oro “y vivieron felices para siempre”, cuando la realidad está muy lejos de ser así.
Desde muy pequeño, ya sea por obligación o aburrimiento, encontré absurdas este tipo de historias, sin embargo forman parte del clásico de la literatura universal, han sobrevivido al paso del tiempo y no hay que ignorar las raíces de estos longevos cuentos.
Mi hija, por otro lado, seguirá disfrutando de estos cuentos y yo seguiré leyéndole hasta el momento que ella prefiera leer otras cosas.
Ya llegara ese instante en que tal vez ella se plantee ciertas cosas, no sólo por todo lo mencionado, sino también por nuestra normal naturaleza que nos conduce a cuestionarnos nuestra propia existencia.
Mi pequeña hija ya entenderá, cuando sea más grande, que todos los problemas de la vida no se solucionan con el idealizado beso de un desconocido príncipe, algo que por ya dos siglos Blancanieves ha transmitido y se aleja ahora de la visión que poseen muchas mujeres sobre su importante rol en esta sociedad, aunque como literatura infantil funciona muy bien, y hay que dejarlo así.
Martes, 25 de Octubre de 2022
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