Después de la obtención del Premio Nobel de Literatura 2025 por el escritor húngaro László Krasznahorkai, considerado un “maestro del apocalipsis”, deseamos dar a conocer algunos grandes poemas de dicho país.

Hungría está situado en Europa Central, sin acceso al mar, cuya capital Budapest es famosa por su gran diversidad cultural,  a raíz de su histórica relación con el imperio romano y turco, es una tierra fascinante por descubrir.

Y es ahí donde se han inspirado grandes poetas y poetisas que hoy recordaremos. Deseamos que disfruten esta pequeña, pero fenómenal antología poética húngara tan intensa, cargada con mucha tinta política, escrita bajo la opresión y el llamado angustioso de la muerte.

Algunos grandes poemas húngaros

“Nemzeti dal” (“Tonada Nacional”) por Sándor Petőfi (1823-1849)

De pie húngaro, la patria llama!
He aquí el momento, ahora o nunca!
Seremos esclavos, o libres?
Ésta es la pregunta, respóndan! –
Al Dios de los húngaros
Le juramos,
Le juramos, que esclavos más
No seremos!

Esclavos hemos sido nosotros hasta ahora,
Nuestros condenados antepasados,
Quienes libremente vivieron y murieron,
En suelo de esclavos no pueden descansar.
Al Dios de los húngaros
Le juramos,
Le juramos, que esclavos más
No seremos!

Hombre granuja de ningún lado,
Quien, si es necesario, no se atreve a morir,
Para quien es más preciada su andrajosa vida,
Que el honor de su patria.
Al Dios de los húngaros
Le juramos,
Le juramos, que esclavos más
No seremos!

Más luminosa es la espada que la cadena,
Adorna mejor al brazo,
Y aún seguimos portando cadenas!
Vén a nosotros, vieja espada!
Al Dios de los húngaros
Le juramos,
Le juramos, que esclavos más
No seremos!

El nombre húngaro será nuevamente hermoso,
A su excelsa y antigua fama;
Lo que los siglos nos ensuciaron,
Lavémos la humillación!
Al Dios de los húngaros
Le juramos,
Le juramos, que esclavos más
No seremos!

Donde nuestras tumbas se apilan,
Nuestros nietos se postran,
Y junto a una oración que bendice
Nombran nuestros santos nombres.
Al Dios de los húngaros
Le juramos,
Le juramos, que esclavos más
No seremos!

Contexto: Este poema fue recitado por primera vez el 15 de marzo de 1848 en el café Pilvax en Pest, durante el fervor de la “Revolución húngara de 1848”. Los versos se convirtieron en un intensa crítica en contra del poder absoluto de los Habsburgo sobre Hungría y que inspiró a toda una sociedad a marchar en contra de la elite de ese país para lograr la independencia del pueblo húngaro.

 

“Judas y Jesús” por Endre Ady (1887-1919)

Tallo mi pulso desafiante y furioso
En roca de basalto en el Monte de las Calaveras,
Mi Cristo, el poeta que adoré,
Te vendí, Señor.

Soñé cada sueño que atravesó tu corazón,
Viví como tu alma, tu contraparte,
Te coroné, yo de todos los hombres,
Te amé, entonces.

Ahora te he vendido, rey todopoderoso,
Porque la vida es mi amor, mi todo,
Porque también tengo visiones poderosas,
Como los poetas.

Tus labios sagrados no avivan mi fuego,
No es para mí tu imperio sagrado,
Una chica quiere dinero, sedas para vestir,
Me quiere allí.

¿Soy tan malo? La vida es degradante,
¿Ha perdido la Palabra su maravilloso significado?
¿Por qué me siento atraído y mortificado
Por el deleite pagado?

Lanzo mi roca tallada al abismo,
La tierra temblará durante siglos
Y los futuros ojos condenados y abatidos
Empatizarán.

 

“Una frase contra la tiranía” por Illyes Gyula (1902-1983)

Donde haya tiranía,
está la tiranía
no sólo en calabozos
ni en bocas de fusiles,
no sólo en cuartos de tortura,
no sólo en las nocturnas
consignas de los guardias,
está la tiranía
no en los pliegos de cargos
ardiendo oscuros como el humo,
la confesión, ni el morse
del preso sobre el muro,
no sólo en la sentencia
fría del juez: ¡culpable!
está la tiranía,
y no sólo en las órdenes
de ¡Preparen! y ¡Fuego!
ni en los redobles,
ni en el modo en que arrastran
el cadáver al foso,
no sólo en las noticias
susurradas con miedo
a través de una puerta
furtiva y entreabierta,
en el dedo en los labios
indicando callarse,
está la tiranía,
y no sólo en el rígido
trazo como de rejas,
ni en el aullar luchando
mudo contra las rejas,
ni en la cascada
de lágrimas calladas
acreciendo el silencio,
ni en la pupila abierta,
está la tiranía,
y no sólo en los ¡Viva!,
ni en el ¡Bravo! y los cantos
que en pie todos corean;
donde haya tiranía
está la tiranía
no sólo en los aplausos,
las palmas incesantes,
las trompetas, la ópera,
la piedra en las estatuas,
el color del retrato
chillón y mentiroso,
no sólo en cada marco,
ya en el pincel estaba;
ni en el vibrar del auto
de noche y en silencio,
que se detiene
bajo la arcada;
donde hay tiranía, siempre
está presente
en todas partes, como
tu dios nunca estuviese;
está la tiranía
en el jardín de infantes,
el consejo del padre,
la sonrisa materna;
en el modo del niño
responder al extraño;
no sólo en el alambre
de púas, ni en las frases
gastadas que en los libros
duelen más que las púas;
está en el beso
de despedida,
al decir de la esposa
cuándo vuelves, querido;
en los qué-tal triviales
que en la calle te llueven,
y ese apretón de manos
que de súbito aflojan;
al helarse la cara
de tu amor de repente,
pues en las citas
de amor está presente;
no sólo en los careos,
la confesión, las dulces
palabras embriagadas,
como mosca en el vino,
ni en tu sueño estás solo,
está la tiranía
en el tálamo, y antes
aún, en el deseo,
pues para ti lo bello
es lo que ya ella tuvo,
y con ella yacías,
mientras creías que amabas,
en el plato y el vaso,
la nariz y la boca,
en el frío y la sombra,
en tu cuarto y afuera,
como hedor de carroña
al abrir la ventana,
como cuando un escape
de gas llena la casa,
si estás hablando solo
es ella quien pregunta,
ni cuando fantaseas
te libras de ella,
se hace tierra de nadie
la vía láctea, los focos
la iluminan, minada,
los luceros: mirillas,
la celeste bóveda un campo
de castigo, pues en el doble
afiebrado de las campanas
está hablando la tiranía,
en el cura a quien te confiesas,
en sus predicaciones,
potro, templo y parlamento,
son otros escenarios suyos;
al abrir y cerrar los párpados,
siempre te mira;
como dolencia está contigo,
como el recuerdo,
y la rueda del tren, ¿la escuchas?
preso estás, preso, repite,
por las montañas y las costas
sigues oliéndola,
relampaguea y es ella
la que truena y deslumbra,
y al corazón lo paraliza,
inesperada;
está en la calma,
en los grilletes del hastío,
en la lluvia precipitándose
en barrotes hasta los cielos;
en la nevada que te encierra
como blanca pared de celda;
es ella quien te mira
por ojos de tu perro;
y estando en toda meta
ocupa tu futuro,
está en tu mente,
y en cada gesto tuyo;
como el agua a su cauce,
la sigues y la creas;
¿miras fuera del círculo?
al espejo te espera,
te acecha, inútil escaparse,
eres guardián y preso,
en el olor de tu tabaco
y en el paño de tu vestido
penetra, hasta en tu médula,
quieres pensar, tu mente
no tiene otras ideas
sino las suyas,
al mirar ves apenas
la ilusión que te muestra,
y te cerca el incendio
del bosque, por el fósforo
que al lanzar a la tierra
no apagaste pisándolo,
y así te guarda prisionero
en casa, campo y fábrica;
no sabes ya qué es vida,
ni pan ni carne,
qué es amor ni deseo,
ni un abrirse los brazos,
así forja esposas el siervo
y él mismo se las asegura,
cuando comes ella se nutre,
para ella engendras tu hijo,
donde hay tiranía, son todos
un eslabón de su cadena;
su hedor emana de tu cuerpo,
tú mismo eres tiranía;
como topos al sol desnudo,
damos tumbos en las tinieblas,
apretándonos en un cuarto
tal como en el desierto;
pues donde está la tiranía
todas las cosas son inútiles,
incluso las canciones,
o cualquier obra;
pues estaba desde el comienzo
junto a tu tumba, es ella
quien dice lo que fuiste,
tus cenizas son sus esclavas.
 
Contexto: este poema que se publicó el 2 de noviembre de 1950 en la revistal semanal “Irodalmi Újság” (“Diario Literario”), posee la misma importancia política y social que el poema “Nemzeti dal” de Sándor Petőfi, pero contextualizado en el siglo XX, durante la invasión de la Unión Soviética en Hungría.
 

“No puedo saber” por Miklós Radnóti (1909-1944)

No puedo saber qué significa para otros este paisaje,
mi patria, este pequeño país abrazado al fuego,
el mundo de mi niñez que lejana se mece.
Crecí de él, como una tierna rama del tronco de un árbol,
y espero ver mi cuerpo hundirse en él un día.
Estoy aquí, en casa. Y si alguna vez a mis pies se arrodilla
un arbusto, conozco su flor y hasta su nombre,
sé adónde van y quiénes van por el camino,
y sé qué significa en la madrugada del verano
ese dolor rojo que nace en el muro de las casa.
Para el piloto que lo sobrevuela, este paisaje es tan sólo un mapa
y no sabe en qué lugar vivió Mihäly Vörösmarty,
¿qué esconde para él esta región?, fábricas y áridos cuarteles.
Yo veo un saltamontes, un buey, la torre, una granja apacible,
pero él ve fábricas con los prismáticos, y campos de labranza;
yo veo trabajadores que tiemblan por lo suyo,
temporeros que silban, bosques, viñedos y tumbas,
y entre las tumbas madres que lloran en silencio.
Y lo que desde arriba son raíles y fábricas indemnes que hay que destruir
es el guardagujas y el ferroviario dando la señal
rodeado de niños y con una bandera roja en la manos,
y en el patio de la fábrica se revuelca un perro pastor,
y allí está el parque, la huella de los viejos amores,
y el sabor a miel y arándano de los besos en mi boca,
y aquí la piedra que puse al borde de la acera
para que el maestro no me preguntara,
la piedra que ahora piso y nadie pude ver desde lo alto.

Es verdad, somos culpables, pero no más que el resto de los pueblos,
y sabemos bien cuándo hemos pecado, dónde y de qué modo,
pero aquí vive gente que trabaja, y poetas sin culpa,
y niños de pecho en los que la razón madura,
la misma que ahora los alumbra y protege en los sótanos oscuros
hasta que el dedo de la paz dibuje de nuevo una señal en nuestra tierra
y con su fresca voz responda a las palabras nuestras tan ahogadas.

Cúbrenos ya con tus extensas alas, nube del amanecer.

Contexto: Miklós Radnóti escribió este poema el 17 de enero de 1944 mientras se encontraba como prisionero en un campo de concentración nazi. No alcanzó a sobrevivir tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

 

AUTOR. Elsemáforo.cl.

Viernes, 24 de Octubre de 2025

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