Poemario sobre “La Guerra del Pacífico”

Tras la Batalla del 2 de Mayo de 1866 cuando la alianza entre Perú, Ecuador, Bolivia y Chile sepultó las esperanzas de otra reconquista española en nuestras tierras, nadie imaginó que ese hecho desencadenaría un conflicto bélico entre las emergentes naciones hermanas.

Ya que Bolivia y Chile disputaron límites geográficos después de expulsar a una España que nunca se preocupó por zanjar esta problemática.

Entonces, ambas naciones firmaron dos Tratados en 1866 y 1874, en donde se acordó que las fronteras bolivianas y chilenas limitarían en el Paralelo 24 y que la nación boliviana no elevaría el impuesto a la extracción de salitre por parte de las empresas chilenas en Antofagasta, ciudad que en aquel tiempo estuvo bajo jurisdicción boliviana.

Sin embargo, Bolivia firmó en 1873 un Tratado Secreto con Perú y rompió el diplomático acuerdo con Chile. El entonces presidente boliviano, general Hilarión Daza Groselle, pensó que expropiar empresas chilenas en Antofagasta y nacionalizar el salitre mejoraría la endeble economía de su país. No obstante, jamás imaginó que Chile contestaría con un golpe militar la violación del tratado de 1874.

La invasión chilena en Antofagasta desencadenó la Guerra del Pacífico que tuvo como eje principal el enfrentamiento entre Perú-Bolivia en contra de Chile,  que al termino de este conflicto armado dejó a Bolivia sin Antofagasta y  por consecuencia perdió su salida al mar, como a Perú que entregó los puertos de Arica y de Iquique.

Mucho se ha escrito sobre la Guerra del Pacífico, uno de los eventos bélicos más importantes sobre este lado del mundo y que ha 146 años de la declaración de la guerra, pretendemos dar a conocer algunos poemas que se han inspirado en torno a este asunto entre naciones.

Poemario sobre “La Guerra del Pacífico”

De la obra “Canciones y poesías de la guerra del Pacífico”, 1879, Chile, destacamos el poema “A Irene”, de un anónimo poeta:

“A Irene”

Tú que la gloriosa huella

de Prat y Condell, seguiste,

tú, que humilde rayo fuiste

de la solitaria estrella;

tú, que siempre viste en ella

a la prenda de tu amor,

y que con bélico ardor

por defenderla peleabas

tu pobre existencia acabas

en la casa del dolor.

Irene, más te valiera

que en la sangrienta batalla

que el casco de una metralla

pulverizado te hubiera,

pues la brava cantinera

hallará ahí su calvario

glorioso, aunque solitario

y no con un triste hospital,

donde un mísero soyal

le ha servido de sudario 

¿Por qué, dí cuando en tu pecho

honda agonía sentiste

en voz alta no dijiste

paisanos, no tiene un lecho

lo que por la Patria ha hecho

esfuerzos tan abnegados?;

entonces de todos lados

llegarán, al ver tu suerte,

su pobre lecho a ofrecerte

nuchos oscuros soldados.

Cuál de ellos no te dijiera

al ver pobre y abatida

a quien su sangre y su vida

por la de un soldado diera.

¡Presente, mi cantinera,

muere en oscuro rincón

esa leona en acción

mereció eterna gloria!

recordaré tu memoria

que, patriota, reverencio:

mas Chile, guarde silencio,

no lo maldiga la Historia!

 

Poeta, Óscar González Alfaro ( 1921-1963) Bolivia.

El vate boliviano también dedicó versos a sus héroes caídos, al mar y tierra perdida tras el conflicto bélico que su nación cedió.

A través de su obra  “La escuela de fiesta” versó algunos poemas que dan cuenta sobre su sensibilidad en este delicado asunto histórico.

“Eduardo Abaroa”

Pasa el agua de la historia

Bajo el puente del Topáter.

Y quiebra Eduardo Abaroa

La historia con una frase.

A tiros bordan su pecho

Con sangrientas iniciales,

Pero el se bate en el puente

Lo mismo que un estandarte

El Pacífico está ciego,

Lanza zarpazos mortales

Haciendo saltar las rocas

Porque lo arrojan del Ande

El héroe cae y se rompe,

Como un leño criptante

Lanzando al aire las chispas

De sus palabras quemantes.

Y solo queda en la historia,

Como rúbrica de sangre,

La interjección de Abaroa,

Temblando sobre los mares.

 

“Ladislao Cabrera”

Plantado en media frontera,

Junto al océano que brama,

Está Ladislao Cabrera,

El defensor de Calama

Dentelladas de chacal

Lanzaron los extranjeros

Sobre el hombre vertical

Que se cubre de luceros.

Es el mástil que sostiene

La azul bandera del mar

Y agonizante contiene

El asesino avanzar

Pero se quiebra su ruta.

Y en su tumba salitrera,

Hoy florece una kantuta,

Constelada de banderas.

 

“Antofagasta”

Hermana prisionera,

Tu dolor no se alivia,

Pues, lejos de Bolivia,

Llora tu primavera.

La patria que elegiste,

Y fue tu amor primero,

Te mira vivir triste,

En el suelo extranjero

Pero nadie te olvida,

Te tocan ya las manos

De todos tus hermanos,

Que librarán tu vida.

Este anhelo profundo

Jamás ha de ser vano,

Mientras viva en el mundo

Un solo boliviano.

Y volverás entonces,

Hermana triste y bella,

A tu patria de bronce,

Cual la décima estrella.

 

“Los Colorados”

 Un ejército que ardía,

Con sus sacos inflamados.

Llegaban los Colorados,

Poniendo en llamas el día.

Y sobre puntas de lanza.

La bandera de Bolivia,

Pintaba la tarde tibia

En el Alto de la Alianza.

Los Atilas a caballo

Y a galope de campana

No dejaban flor ni tallo

En la tierra boliviana

Pero ante gesto y bandera

De los héroes ofendidos,

Retrocede la frontera

De caballos y bandidos.

El horizonte se llena

De relámpagos y potros

Un mar de caballos suena

Y se viene contra nosotros.

Negros y rojos celajes

Decoran la tarde gris.

El pecho de mi país

Queda tatuado de herrajes.

Llora el viento en los desiertos.

Lejos galopa el villano.

Cubren los cóndores muertos

El Litoral boliviano.

 

Alán García, ex Presidente del Perú.

El ex Presidente del Perú en los perídos 1985 a 1990 y 2006 a 2011, Alán García (1949-2019) también se atrevió a versar sobre la Guerra del Pacífico en honor a un amigo suyo, Fernando de Szyslo.

La siguiente y breve obra fue publicada en el emblemático diario peruano El Comercio:

“Morro del sol, enero 13”

“Ola, manto de fraile, murmullo de las almas, sacude con tu espuma, el tiempo y el mugido de esta bovina roca. Ayer el tren de la tarde trajo al juez y al tendero, sus libros, su martillo, mas su grave destino sin retorno de aurora. ¡A morir en el morro!”

“Pero es alba de infortunio, y aunque el morro aún resiste la línea cayó en San Juan. Y entonces, toro de sal, nadie más vendrá por ti, no temblará Pachacamac ni el Cristo de los milagros. Y el Huáscar encadenado, el mismo cañón de Grau, desgarrará tus entrañas, amenazando las ubres de tu hembra amurallada”

 

Domingo, 6 de abril de 2025

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