Patricio Manns un grande de la música y literatura chilena

Hoy, sábado 25 de septiembre, ha partido de este mundo un gran artista nacional que trascenderá las fronteras como lo fue Patricio Manns(1937-2021).

Al “Pato”, antes de marcharse, le quedaron debiendo el Premio Nacional de Música o de Literatura en nuestro país, algo que merecía sin dudas alguna y que pareciera ser una costumbre en contra de los grandes referentes artísticos.

Sin embargo su legado perdurará, ¿no lo creen?

Pues deseamos destacar esta gran entrevista, a partir del próximo párrafo, que realizó Radio U de Chile a quien ahora pudo al fin reencontrarse con aquella mujer con quien compartió más de veinte años de vida, pero por aquellos avatares del destino se marchó antes que el intérprete de “Arriba en la Cordillera”.

TITULO.Patricio Manns: “Finalmente, me van a tener que aceptar como escritor”

Durante las últimas semanas, el compositor vivió una descomposición que lo llevó a estar en riesgo vital y, pese a que en los últimos días su estado de salud se ha estabilizado, su situación continúa siendo crítica. En ese contexto, Radio Universidad de Chile rescata una entrevista inédita del músico a nuestro medio. En este relato destacan recuerdos de infancia, reflexiones sobre la Unidad Popular y el exilio, entre otros temas.

Diario Uchile. Sábado 11 de septiembre 2021 9:44 hrs.

En septiembre de 2020, el músico y escritor Patricio Manns (84) vivió un momento complejo. Producto de las complicaciones de su diabetes fue internado en la Clínica Reñaca. Pero, de forma paralela, su esposa, Alejandra Lastra, comenzó a enfrentar su propia lucha, siendo hospitalizada por cáncer de colon en etapa 4.

Para el músico ese fue un momento difícil. A la vez que él era sometido a una cirugía, era confirmada la muerte de su compañera y amiga, quien estuvo a su lado por más de 20 años.

Hoy, a un año de ese hecho, Patricio Manns vuelve a experimentar un momento complicado. Hace unas semanas el músico vivió una descompensación que lo llevó a estar en riesgo vital y, según lo comunicado por su hija, Lisselotte Manns, pese a mostrar cierta mejoría, su estado continúa siendo crítico.

En ese contexto, Radio Universidad de Chile rescata una entrevista inédita al compositor, una conversación que se realizó durante el primer semestre de este año de manera telemática y que fue guiada por Patricio López, director de nuestra emisora. Recuerdos de infancia, reflexiones sobre la Unidad Popular y el exilio, fueron algunos de los temas abordados en ese diálogo.

Entrevista a Manns

Sabíamos que estás escribiendo tus memorias, ¿cuál es la metodología para escribir las memorias de Patricio Manns? ¿Cómo seleccionar, definir? ¿En qué va la escritura del libro?

He tratado de seguir mi intuición, porque tuve que hacer una selección de cosas para contar. Entonces, dejé los hitos, las cosas más importantes a mi modo de ver, las que fueron cambiando mi mentalidad, las que fueron desarrollando mis cosas, mi literatura, mi música, los viajes que más me llenaron e instruyeron. Voy en 400 páginas y me queda un tiempo todavía. Estoy recién en la época de las campañas de Salvador Allende.

Van a ser muchos tomos …

Ahí vamos a tener que discutir con los editores.

Evidentemente, el origen siempre es muy importante, ¿cómo se fue construyendo tu sujeto poético, literario?

Mi infancia y mi adolescencia fueron realmente formadoras. Crecí en un hogar donde había una biblioteca importante. Esa biblioteca me formó. Vivíamos en la codillera de Nahuelbuta, arriba, en los cerros cerca de Tirúa. Mis padres, aparte de ser músicos, eran profesores y cada uno tenía un piano. Mi padre era pianista de jazz y mi madre, pianista clásica y leía y tocaba a Chopin (…).

En mi casa no había luz eléctrica, no había agua potable. Entonces, lo nuestro era una cosa al revés: teníamos que ir a lavarnos los dientes, a bañarnos, a un estero en caballo.

Era maravilloso. Vivíamos hablando y leyendo libros y mi madre, con mucha sabiduría, puso una línea roja en medio de la biblioteca y dijo que todo lo que estaba a la izquierda se podía leer; no lo que estaba a la derecha.

Sabiamente, había puesto lo que quería que leyéramos en los libros prohibidos. Entonces, los sacábamos escondidos y nos íbamos a leer abajo de las carretas. Ahí empecé a escribir inmediatamente.

¿Qué libros eran esos?

Leíamos la literatura española del siglo XIII, mucho latinoamericano, Neruda, Mistral que estaba en todas partes en la casa. Había novelistas también. Esa biblioteca fue fantástica.

En tu infancia, ¿leer y jugar era como lo mismo?

En cierto modo, sí, aunque empecé a tomar conciencia de la importancia de leer. La lectura me gustaba mucho, entonces, me la pasaba leyendo. Ahora también. Sigo leyendo como condenado para recordar algunas cosas de mi biografía. Para acercarme más a ese pasado, estoy haciendo una lectura para rescatar la cercanía de las voces.

¿Qué estás leyendo ahora?

Estoy leyendo la parte donde hice las campañas con Allende. Hice tres campañas presidenciales con él como periodista y ahora estoy revisando los textos de Allende, los discursos, para acordarme cómo hablaba y de qué hablaba. Para estar más cercano a la realidad de esa época. Estoy usando el lenguaje real de Allende para hacerlo hablar en mis memorias. Ahí voy. Estoy muy entusiasmado.

¿De qué esta hecha esta particularidad de Allende?

Lo conocí mucho por la relación que teníamos en las campañas. Era una relación del día entero con él. Yo tenia que grabarlo así que tenia que estar a su lado con el micrófono para grabar lo que decía y enviarlo a un comando que había en Santiago y que distribuía a las radios de todo Chile.

Era fantástico estar con él y escuchar lo que hablaba (…). En la noche, hacíamos una fogata y Allende iba con nosotros. Le gustaba conversar ahí, porque él no podía leer los diarios, ya que hacía como 10 ó 12 discursos por día.

Entonces, nos pedía que le leyéramos y le informáramos para incorporar en su discurso alguna cosa importante que había pasado en el mundo.

Por ejemplo, en un momento dado, ocurrió lo de Yakarta. Así que le informamos esa noche y le dijimos que estaban matando a los comunistas en Yakarta y, cómo en esa campaña era aliado con el Partido Comunista chileno, le informamos para que le diera el pésame al Partido Comunista y para que hiciera un saludo especial a los comunistas en Yakarta.

Entonces, él hizo un gran discurso dirigido al Partido Comunista (…). Allende era un gran orador, era muy culto, inteligente. Sabía muy bien trabajar con las ideas, tenía una gran noción de eso y para nosotros era muy importante trabajar con él y hablar con él.

Era muy bueno para hacer conversaciones alrededor del fogón, entonces, nos permitía hacerle preguntas, sobre todo políticas. Y contestaba de una manera que era como un profesor con dos alumnos (…).

Recuerdo a Allende como un gran estadista. Si hubiese tenido tiempo y la posibilidad de hacer un gobierno libremente, sin la presión inmensa que ejercía Estados Unidos a través del Pentágono y la CIA y la derecha chilena haciendo huelga, parando el país.

Allende hubiera podido hacer un gobierno fenomenal, pese a que su gobierno fue bueno desde todo punto de vista. Hizo cosas que todavía funcionan y se recuerdan, pero pudo haber sido mucho mejor. Pero no era culpa de él, sino que se le vino encima una oposición feroz que trató de parar el país a cada rato.

Eso lo voy a contar en las memorias (…). Allende fue algo muy grande que pasó en la historia de Chile y yo fui privilegiado de estar al lado suyo, observarlo actuar, observarlo hablar, observarlo convencer, pedir militantes para la causa que él tenía. Eso me tocó muy profundamente.

Esa pasión que tenia por la política. La pasión por vivir, por crear cosas nuevas, por dar lo que había prometido (…). En las memorias, voy a darle mucha importancia al período de Salvador Allende.

Si pudieras mirar retrospectivamente en tu alma, en tu mirada, en tu condición de creador, ¿qué supuso el exilio?

Recuerdo que ya habían salido todos y llegó Volodia a París y le pedimos una reunión para que hablara sobre cómo lograr que el exilio fuera lo más productivo posible, cuál era su opinión y sus consejos. Volodia se sentó, nos miró a todos y nos dijo: “Tomen el exilio como una beca universitaria de Pinochet, porque aquí lo tienen todo.

Veo los quioscos en la calle repletos de revistas, de información. Tómenlo para desarrollarse, vayan a los museos, vayan a La Sorbona. Ahí está la posibilidad de asistir a clases sin estar inscrito ni matriculado y tampoco la universidad le va a dar alguna corroboración de eso, pero ustedes pueden formarse ahí. Asistir a cursos de historia, literatura, lo que quieran. Se sientan atrás no más” (…).

Eso hicimos nosotros. Conseguimos la beca Pinochet tal como lo decía Volodia y empezamos a trabajar. Yo fui a reuniones con cantautores franceses, ingleses, alemanes y participé en festivales como un chileno exiliado en Francia. Me recibían y me hacían cantar junto a ellos. Así conocí a mucha gente notable. Yo cambié mucho.

Cuando volví del exilio yo era otro tipo: hablaba francés, un poco de italiano. Mi cultura se acentuó muchísimo. Podía leer a los autores en sus idiomas originales, sobre todo a los franceses. No necesitaba traducción, los leía directamente. Fue un gran impulso para lo que quería ser, sobre todo en la literatura francesa, la música francesa que es muy poderosa.

¿Cómo te sientes después luego de que no te dieran el Premio Nacional?

Lo del premio se dio cuando estaba en mal estado de salud y me estaban haciendo operaciones. Por supuesto no me consideraron para nada. En ese momento, vi que podían dármelo, porque la gente hizo una colecta para mantenerme, para la parte de las enfermedades, que fueron un gasto enorme, que estaban muy fuera de mi alcance. Se juntó la gente y juntó dinero y me lo envió y lo depositó en mi cuenta. Eso lo agradezco muchísimo. 

No saben cómo ayudó ese dinero. Cómo sirvió, porque estuve muy mal. Yo tengo diabetes, entonces, tuve una infección diabética y me afectó una pierna que casi se me va. Menos mal que la salvaron, pero agrandé el costo también.

Por eso es que la gente me ayudó muchísimo. Ahora, mi hija se vino a vivir conmigo y tengo a mis nietos, nietas, bisnietas.

Así que mi familia no me dejó solo y se vino a vivir conmigo, porque quedé solo. Murió Alejandra y quedó un gran vacío. Imagínate lo que significa su ausencia.

Y el cariño de la gente, ¿cómo ha estado la cosecha?

Muy bien. Después de esto, de la oferta para hacer la Biblioteca Patricio Manns, se están viendo los frutos. Estoy emocionadísimo por que aparezcan los libros, a pesar de que ya conozco sus portadas. El trabajo que están haciendo es maravilloso.

Sábado, 25 de Septiembre de 2021/ Entrevista #18

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