Desde que el mangaka japonés Takehiko Inoue anunciara una película de Slam Dunk para este año no sólo tocó la fibra de millones de seguidores alrededor del mundo, sino la mía también.
Corría el año 1998 y Chilevisión comenzó a transmitir una serie de básquetbol en la era de oro del anime en la pantalla chica en nuestro país en donde series como Dragon Ball, Sailor Moon, Detective Conan, Samurai X, Supercampeones y otros, nos mantenían pegados a las pantallas.
Esta peculiar historia se llamaba Slam Dunk que fue muy diferente a todas las ya mencionadas. Primero, porque Hanamichi Sakuragi quien a pesar de ser el prota no era el mejor basquetbolista, y en segundo lugar, se enfocaba en un deporte que si bien es practicado no es predominante en lo absoluto en Chile.
Gracias a las (des)aventuras dentro y fuera del campo de juego por parte de Sakuragi y sus amigos, el animado pelirrojo terminaría por influir en muchos niños y adolescentes (entre ellos yo) a practicar este fascinante deporte que tanto nos entusiasmaba ver por televisión.
Así que nuestra escuela aprovechó el interés que surgió por esta disciplina y contrató a un profesor de baloncesto, a quien apodamos “El viejo Dribling” que para ser honesto, jamás logré recordar como se llamaba y apellidaba. ¿Por qué ese apodo? Porque a cada rato reiteraba “dribling” al unisono la saliva se le veía caer de sus labios jajaja.
Todos empezamos como Hanamichi Sakuragi: siendo muy malos. Pero, anhelábamos ser como Kaede Rukawa, el Michael Jordan de este spokon.
Fallábamos las bandejas, los pases, las marcas, no hacíamos bien las pantallas ni mucho menos lográbamos encestar bien: éramos un desastre en los entrenamientos. Lo anterior se notó más cuando tuvimos un partido de práctica en contra un equipo femenino mayor en donde perdimos y yo terminé expulsado por una pendejada jajaja aunque después participamos en un campeonato colegial, seguíamos siendo malos.
Muchos empezaron a jugar basquet gracias a Slam Dunk y a pesar que la serie se detuvo en 1996 en cuanto a material nuevo, la vida continuó. En mi caso, me enfoqué en mi enseñanza media (preparatoria) a practicarlo y me convertí en el líder y capitán de los equipos de mi curso y en uno de los mejores jugadores del liceo.
Justamente hoy, el día que redacto este artículo soñé que jugaba básquetbol junto a tres desconocidas personas en la cancha de una escuela ya desaparecida en su nombre como lo era la República de Bolivia E 310, aunque mis habilidades mostradas en ese onírico momento correspondía a otro momento de mi vida en donde era tan talentoso como el mismísimo Hanamichi Sakuragi.
Curiosamente, tras despertar, me pregunté por primera vez en mi vida “¿qué significa soñar con básquetbol?” Encontrar la respuesta a eso me sorprendió a mis 33 años, porque jamás creí que sería tan positivo.
Cuando apareció Slam Dunk tenía once años y recién en esta etapa de mi vida tengo claro mi horizonte a seguir, lo que deseo alcanzar, vivir y trabajar, a diferencia de ese entonces en donde todo era realmente diferente.
Slam Dunk no es sólo uno de los mangas más vendidos en la historia de su país ni uno de los animes deportivos más relevantes de todos los tiempos, sino también ha sido una profunda inspiración para mí que me ha acompañado en diversos momentos de la vida como lo he escrito en estos momentos.
Recibo con mucha alegría la noticia de esta nueva película e imagino que una vez se estrene será toda una sensación y motivará a muchos a jugar basquet, como sucedió conmigo cuando llegó a Chile en el 98.
Domingo, 17 de Enero de 2021
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