Adiós y gracias Akira Toriyama

En un 5 de abril de 1955 nació en Nagoya, prefectura de Aichi, un bebé que en medio de la ocupación gringa, la depresión económica y social en la que se encontraba Japón producto de la Segunda Guerra Mundial, se convertiría con el paso de los años en uno de los mangakas más legendarios de todos los tiempos, como lo fue el gran Akira Toriyama.

Inspirado por la clásica película de 1961 “101 dálmatas” y por Astro Boy” (1952-1968) de Osamu Tezuka  e impulsado por el impacto que generó en el mundo la aparición de la televisión, Toriyama inició un precoz camino como dibujante de manga que se había popularizado entre los niños japoneses como una manera de entretenerse para desviar la atención de las consecuencias de la post guerra mundial.

Akira después de la secundaria trabajó para una agencia de publicidad por tres años hasta que renunció por haberse aburrido (y peleado con la jefatura)  y posterior a eso se dedicó de lleno al dibujo participando en un Shonen Jump de Shūeisha, conoció a Kazuhiko Torishima amigo y único editor a lo largo de su carrera, en 1978 estrenó “Wonder Island” y con eso vendría después “Tomato” lo que sería el preludio de “Dr. Slump”, obra que le daría fama en el país nipón.

Akira siempre dijo que uno de sus propósitos para dibujar fue hacer felices a los niños o a sus lectores, por eso su estilo se caracterizó por el humor blanco, absurdo, machista, historias bien simples de entender y sobre todo, se basó en su propia cultura japonesa para hacer reír a los fanáticos.

Dragón Ball, un antes y después en Akira Toriyama

Sin embargo, todo cambió no sólo para él, sino también para el mundo del animé y manga cuando en la década de los ´80 Akira Toriyama, a través de la revista Shonen Jump, publicó “Dragón Ball”. 

La historia se centró en un peculiar niño huérfano que poseía una fuerza fuera de lo común, una cola de mono que lo caracterizaba y una enorme simpatía e ingenuidad que a muchos les encantó, porque de esa manera Akira Toriyama logró hacer bromas en doble sentido dirigido a los adultos más que a los niños.

Ese especial niño se llamó “Son Gokú” que se convertiría en el personaje de animé más conocido en todo el planeta siendo parodiado, imitado y admirado como ningún otro ser de ficción que se haya conocido en la historia más reciente, igualando la popularidad del norteamericano Superman o incluso superándola.

Lo que comenzó como una historia de acción, humor y peleas cortas con la particularidad que Son Gokú en compañía de su primera y mejor amiga “Bulma”, una de las personajes de animé más famosas de todos los tiempos, se esforzaban por encontrar las sietes esferas del dragón que al reunirse todas aparecía el dios dragón que era capaz de cumplir cualquier clase de deseos, la serie de Toriyama poco a poco fue evolucionando hasta llegar a un nivel de súper peleas que ningún otro animé logró hacer antes de Dragon Ball.

Sin importar el país, el continente, la religión y todo lo que se puede imaginar, la obra de Akira Toriyama se volvió algo transversal, cruzó toda clase de barreras, se volvió parte de la cultura pop, se ganó el odio de haters que la criticaban sólo por el hecho de su enorme popularidad como cuando fanáticos religiosos la consideraban diabólica por una serie de elementos.

Dragón Ball triunfó no sólo en el manga o animé, sino también en el cine, en videos juegos, en mercadotecnia, en música, en arte callejero, entre los famosos y así se puede ir nombrando un sinfín de ejemplos para demostrar su impacto en este mundo, de hecho en Japón existe el “Día de Gokú”.

De Dragón Ball muchos mangakas, entre ellos creadores de Bleach, Naruto, One Piece, etc., reconocieron que sus trabajos están inspirados por lo logrado de Akira Toriyama a quien consideran como un gran amigo y sensei (maestro), porque la influencia era tan grande del creador del “Kamehameha” que muchos intentaron inmolar su obra.

Y yo fui uno de esos niños que alcanzó a ver Dragón Ball en su auge televisivo en Chile cuando apareció en las pantallas de Megavisión en la década de los ´90 y que jamás imaginó que cuando vi convertirse a Gokú niño por primera vez en Ozaru, algo que de impronta no me gustó porque no entendía la cultura japonesa de los “Kaijus”, luego éste se transformaría de adulto en el legendario Súper Saiyain, logrando así marcar un hito en toda la historia del manga y animé.

Todos soñábamos con tener los poderes de Son Gokú y convertirnos en súper saiyayin para ser protagonistas de inverosímiles peleas que rompían con toda la lógica y realidad de nuestras leyes biológicas y físicas ¿se imaginan  un Kamehameha devastando el monte Everest? Pues, si me anticipan, diría que al menos es energía limpia, renovable y que no causa grandes consecuencias en el medio ambiente, salvo por el detalle que eliminaría para siempre la montaña más famosa y elevada del mundo.

Nadie se esperaba que de algún momento a otro se nos informara sobre la repentina muerte de Akira Toriyama, el pasado viernes 1 de marzo producto de una hematoma subdural, menos cuando no habían antecedentes previos a un deterioro de su salud y más cuando se estaban lanzando nuevo material de la saga de los guerreros saiyayin.

Gracias Akira Toriyama por todo, el mundo supo despedirte, desde muchos rincones del globo se hicieron originales y tristes despedidas en tu honor. El universo del manga y animé están de luto, porque sabemos que contigo murió una era, algo que hasta el día de hoy sigue influenciado y que tal vez no veamos más. Adiós gran sensei y gracias por todo.

Domingo, 10 de Marzo de 2024

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