“Deseo cumplido” por Sergio Muñoz

Recogí a Yendelín en el lugar y hora que habíamos acordado. Se veía mucho más bella y atractiva de lo que aparentaba en sus redes sociales. Quedé fascinado.

Ella me esperaba sonriente, luciendo un ajustado vestido negro, de una sola pieza, que resaltaba por la palidez de su tez, peinó su cabello a lo tomate para destacar la pulcritud de su cuello y así mostrarme la dorada cadena que le regalé antes de nuestra cita.

Cuando Yendelín subió a mi vehículo casi me derretí al contemplar esos desnudos muslos que apenas su recogido vestido cubrían. Luego, coqueta exhibía el presente recibido que colgaba alrededor de su cuello y que rozaba sus generosos senos.

Manejaba ansioso, espiando de reojo el vaivén de sus piernas, el intenso rojizo de sus finos labios y me dejaba cautivar por el encanto de su voz que me estimulaba pisar el acelerador a fondo para llegar lo más pronto posible hasta nuestro placentero destino.

Nos detuvimos en un lugar bastante retirado y exclusivo. Estacioné con prisa apenas un guardia abrió el acceso vehicular. Tras bajarnos del audio Yendelín guió el camino  por el interior del recinto privado que conocía de memoria y en nuestra reservada habitación ella se entregó por completo a mí, ardiente y sumisa, complaciendo cada una de mis más íntimas fantasías o las que inventamos en ese momento.

No obstante, el mágico tiempo con ella acabó en un parpadeo. Yendelín agradeció todos mis detalles, prometió la más completa confidencialidad y reiteraba, mientras se vestía, que debía dejarla afuera de su departamento, ya que tenía que volver alistarse más tarde para satisfacer a otro cliente.

El viaje de regreso fue diferente. Ya no reíamos, no conversábamos y ella se mantuvo gran parte del recorrido en silencio atendiendo su celular, aunque en un par de ocasiones recalcó que si seguía siendo atento con ella, tal vez me daría otra oportunidad para invitarla a salir, después de pagar por sus servicios claro está.

Nuestro viaje llegó a su fin cuando estacioné mi vehículo en la entrada del condominio en donde Yendelín reside. Ella se bajó de mi auto sin siquiera decir un “adiós” tan amistoso ni mucho menos volteó a mirarme por última vez.

Menos mal que Yendelín no lo hizo, reflexioné, porque hubiera notado mi estúpido rostro enamorado y a su vez a un hombre que jamás la presentaría ante importantes amigos y familiares como si fuera mi novia. Así era la realidad,  después de todo.

FIN

Sergio Muñoz es escritor y publicó en 2022 “Entre el Cenit y el Abismo. Y otras ficciones”. A partir de ahora y en cada fin de mes, él se comprometió a escribir un cuento con el único fin de entretener a sus lectores y ejercitar su pluma. Puedes seguirlo a través de su cuenta de Instagram y Facebook.

Martes, 21 de Noviembre de 2023/ Cuento #11

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