Hace años atrás un amigo y ya reconocido escritor porteño dijo que uno de los grandes problemas que él padecía no era crear, vender ni difundir sus libros, sino el “feedback” de éstos.
—”¿Cómo saber si les gusta lo que escribo, si no me lo dicen?”—es más o menos la idea que reiteró en su departamento, en pleno plan de Valparaíso, mientras preparaba un casero “navegao”, de una propia receta, con frutillas de la temporada que ya no recuerdo si probé, aunque sí recuerdo que causó furor entre los otros asistentes.
Tal vez la emergente estación primaveral sensibilizaba a este destacado escritor, que por cierto ya ha aparecido en medios internacionales como el propio nacional, que sentía sus títulos, trabajados con mucha dedicación, no eran realmente apreciados (por propios amigos/conocidos) y por supuesto no iban a ser comentados. Entonces, ¿quién no se cabrea de esto?
Era normal que él deseara saber si iba por buen puerto y yo era con quien habitualmente descargaba su evidente preocupación, a pesar del enorme talento que posee para este tipo de cosas que le ha valido no sólo menores reconocimientos, sino también un Premio Municipal de Literatura de Santiago (2014), galardón que ha obtenido innumerables y grandísimos escritores de la historia de nuestro país, como María Luisa Bombal, Neruda, Manuel Rojas, Nicanor Parra, José Donoso, Alberto Fuguet, Roberto Bolaño o Pedro Lemebel, entre otros, sin embargo para él era una latente preocupación.
Ahora, me toca vivir eso en menor grado, pero de otra manera también.
Hace poco he dado a conocer mi primera obra de ficción titulada “Entre el Cenit y el Abismo” y si bien para mí las ventas han sido buenas, comprendiendo que soy un mero escritor: nadie me conoce, nunca me han entrevistado como escritor, no he ganado premios, etc., creo que también estaré muy ansioso en descubrir si soy del agrado o desagrado de mis lectores.
Pero lo anterior, ¿realmente importa? ¿Por qué debería afectarme esperar la tan anhelada critica positiva? ¿crecemos realmente con observaciones (odiososas/necesarias) no positivas? ¿Somos capaces de asimilar toda negatividad? ¿Escribimos para nosotros mismos o para gustar y dejar conformes a otros?
Estoy recién iniciando mi carrera como escritor, a mi ritmo, sin caer en vanidades, creyendo que soy especial a diferencia de otros ni mucho menos pienso que debo pertenecer a un grupo literario para lograr mayor reconocimiento, porque en el fondo solo escribo porque me gusta y ya, no pretendo escribir para dejar conformes a un cierto grupo de lectores ni mucho menos considero que podría ser mejor que otros que también están iniciando.
Soy un mero escritor, reiteraré hasta el cansancio, y estoy claro que por el momento mis más cercanos amigos y familiares leerán mi reciente trabajo por una especie de obligación o simple deber y que debo estar agradecido por eso, sin duda alguna, porque antes de esto no hay nada que me respalde como buen escritor.
De igual modo estoy feliz ¿Qué joven escritor no siente alivio después de culminar la primera obra que siempre contrae todo tipo de sensaciones y nos hace creer que para esto hemos venido a este mundo?
Creo que no debemos preocuparnos por lo que dirán de nuestra obra literaria, lo importante es escribir y no perder aquella pasión que sentimos tras tejer una historia que esperamos sea cautivadora para nuestros lectores (y para nosotros también).
Mientras tengamos lo anterior presente iremos por buen camino y lo demás llegara de la manera más espontánea, como lo es un posible reconocimiento, premios, ventas de libros y esas cosas, sin embargo lo fundamental es hacer esto porque amamos ser escritores y con eso debería bastarnos.
Lunes, 05 de Septiembre de 2022
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