Adiós Kobe
Por aquella época, inicios del 2000, estudiaba en el liceo (prepa) Alfredo Názar en Valparaíso y el máximo referente del básquetbol planetario era un tal Kobe Bryant.
Kobe era jugador de Los Ángeles Lakers de la NBA, usaba la dorsal 8 al principio de su carrera y no existía prácticamente defensa alguna que lo pudiera detener.
En cambio yo, era el máximo referente de mi curso, no media ni siquiera un metro setenta y cinco, no era capaz de clavarla ni mucho menos realizar las extraordinarias jugadas de Kobe, aunque de vez en cuando realizaba movimientos geniales de acuerdo a mi nivel.
Así que hubo un momento de mi vida en que seguía la NBA por ESPN, y obviamente mirar juegos de Los Lakers era la tendencia de mi época estudiantil.
Por más que entrenaba y me esforzaba sabía que jamás podría tener un mínimo de posibilidades de intentar lo que exhibía Kobe cada noche.
Un amigo alguna vez me dijo algo así:-“Kobe es único compadre, piensa que ya se ha inventado todo en cuanto al arte de defender (en básquet) y si él anda inspirado jodió todo el esquema defensivo rival”-.
Más allá de los cinco títulos de la NBA( 2000, 01, 02, 09 y 10), dos medallas de oro en las olimpiadas de Pekín y de Londres, un sinfín de records personales o los 81 puntos anotados en un mismo partido ante Los Raptors en 2006 y como olvidar sus 60 puntos en su último juego de despedida por Los Lakers, él fue incluso más que todo lo ya nombrado, pienso.
Fue aquel jugador que cargó con el peso de ser el relevo generacional de Micheal Jordan, de las jugadas mágicas, de mantener fresco la NBA, de ser la inspiración para millones de chicos que se iniciaban en este maravilloso deporte que para mí es lo mejor que ha ofrecido norteamerica.
Cada vez que tomaba un balón de básquet, pensaba que era injusto ser pequeño porque debía esforzarme más, trabajar el doble mis jugadas y superar más obstáculos que rivales que por el sólo hecho de ser más altos me complicaban el día, sin embargo en algo se compara a la vida, digo, tal vez porque hay que aprender a usar lo que nos ha entregado la naturaleza y después desarrollar nuestras propias destrezas.
En cuanto a lo anterior, si hay muchos jugadores norteamericanos de gran nivel que no lograron llegar a la NBA, mucho menos yo en donde ni siquiera jugué básquetbol amateur, universitario o profesional y creo que por eso estaba Kobe. Él fue único. Rompió paradigmas en el baloncesto y lo llevó a otro nivel porque era un jugador individual que pensaba colectivamente ¿lo entienden? En simples palabras era aquella estrella que decidía cuando cambiar el ritmo del juego, ser ofensivo y dejar asombrados a la multitud, pensando en el bien colectivo.
Así que la noticia de su terrible muerte, un repentino 26 de enero, es algo que golpeó con dureza y dejo mucha tristeza a todos aquellos que alguna vez disfrutamos de todo lo que nos entregó éste sin igual basquetbolista.
Su paso por este mundo no fue en vano y su legado será inmortal, seguirá inspirando de seguro a millones de futuras promesas del básquetbol y sino, inspiró al menos estas palabras en su honor.
Adiós Kobe. Gracias por todo, a pesar de que sé que no leerás nunca estas palabras, deseaba dedicártelas igual.
Lunes, 27 de enero de 2020
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