En honor al gran antipoeta chileno, Nicanor Parra

Nicanor Parra

Mi polola me avisó, desde la ventana del segundo piso mientras estaba trabajando en lo que será un hermoso jardín, que por las noticias supo que Nicanor Parra murió.

Ni los versos más irreverentes, divertidos y populares lo sacaban de esta, pero de todos modos, ya eran 103 años… creo que ya merecía descansar.

En diversos portales y medios de comunicación aprovecharon la situación, no sólo para honrar  la obra del vate, sino también para desempolvar todo tipo de anécdotas que lo rodeaba.

En Twitter, muchos hablaban que se había jodido a la derecha, en especial a Piñera por haber eclipsado la presentación de los ministros de Estado. ¿Saben qué? Pensé lo mismo.

Mientras que en la televisión reiteraban una y otra vez que era hermano mayor de Violeta, que era antipoeta, que ganó ciertos premios (importantes) y nunca el Nobel de Literatura, pese a ser matemático y físico.

Fue entonces que pensé que el futuro jardín que estoy trabajando se llamaría en honor a Nicanor Parra, “Jardín de los Poetas”.

Cuando le conté a mi polola, se rió de mí y me trató de “Don Che”, aunque ella siempre me agarra para el huebeo.

En la actualidad, aquel espacio posee unas dimensiones de más de tres metros de largo y por un metro de ancho, en cuya superficie de  tierra  conviven una lavanda y un árbol de durazno, de manzana, de limón y una cosa que se secó.

Entonces, ornamenté el lugar al insertar, alrededor de los árboles,  palos redondos cortados de distintos tamaños casi tupidos, para dimensionar la cantidad de tierra de hoja que deberé arrojar.

Deseo que broté pasto, pintar los palos cortados (para que me recuerde Valparaíso) y aún no me imagino en cómo usar la poesía en el jardín.

Sé que no puedo juntar a Huidobro con Nicanor como tampoco a Rokha con Neruda ni tampoco sé si usar letreros clavados a la tierra, fotografías, infografías o lo que sea para versar el lugar.

De lo único que estoy convencido, que del jardín no brotarán sólo plantas, sino también mucha poesía que más de alguno se detendrá a leer:

– “Durante medio siglo/ La poesía fue/ El paraíso del tonto solemne./ Hasta que vine yo/ Y me instalé con mi montaña Rusa/

Suban, si les parece/ Claro que yo no respondo si bajan/ Echando sangre por boca y narices./”.

De seguro muchos se preguntarán:-“¿Quién escribió ese poema?”-. Pues con orgullo responderé:-“Pues Nicanor Parra poh, a quién le dediqué este jardín”-.

En ese momento, ya estará mezclada la tierra de hoja con las semillas de pasto, los palos redondos cortados estarán pintados y poemas adornarán el espacio para inspirar a quien circule por ahí.

Tal vez no sea el homenaje más multitudinario, ni más emotivo o creativo, sin embargo pienso que como él versó en su “Manifiesto”:

-“El poeta está ahí/ Para que el árbol no crezca torcido…”/.

Nuestro árbol de  durazno al fin se enderezará y no necesitará la tabla que clavó a la tierra mi suegra, para que las pobres ramas que apenas aguantan el peso de los frutos, se enderecen.

Nicanor Parra
Soy Sergio Muñoz, Director El Semáforo. Columna #2.

 

 

 

 

 

 

 

 

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