
Un gran y querido amigo mío que hace muchos años ya partió de este mundo, siempre nos repitió en sus cátedras literarias: —”Viajen para aprender a ser más tolerantes y lean para ser más libres”—.
Mi amigo fue un lector voraz y apasionado, un gran conocedor de la literatura occidental que jamás presumió de su amplio saber, a diferencia de otros académicos tóxicos y haters de escritores que no iban con su línea de pensamiento o simple gusto literario.
Él en cambio amó lo que hizo y así lo demostró en cada una de sus clases, maravillándonos con sus exposiciones de los grandes y los pequeños de la literatura universal e incentivándonos a leer desde la composición química del shampoo más torrante hasta las complejas obras de alguna ciencia más allá de la literatura. “Hay que leer de todo”, repitió más de alguna vez.
Pero, mi amigo no fue tan libre por más que leyó de todo. Cayó preso por el normal y común síndrome del aspirante a escritor que teme exponer su creatividad por vergüenza, por el miedo a la crítica y tal vez por no cumplir las propias expectativas. Mi amigo nos sorprendió después con su repentina muerte. Jamás publicó el libro que siempre soñó.
Hoy, en una nueva conmemoración del día del libro en honor a los dos gigantes de la literatura universal occidental, Miguel de Cervantes y William Shakespeare, recuerdo a mi amigo en esta fecha tan especial para el mundo de las letras y de la creatividad.
Ya que él se sorprendería con todo lo que generó las redes sociales entre los escritores, que ya no tan sólo deben preocuparse por escribir, lograr buenos contactos, intentar ganar premios, sino también ahora deben poseer miles de seguidores en diversas RRSS, subir contenido esporádicamente, dar a conocer parte de su vida privada, incursionar en el marketing digital o en alguna IA, etc.
Mientras más avanza la tecnología, considero que el escritor menos libre es en cuanto a preocuparse por cosas ajenas a la escritura, dado que la construcción de una imagen digital, es a veces más importante o fundamental para un consagrado o emergente escritor que la propia obra con la que pretende conquistar a un posible lector.
Estoy seguro que mi amigo diría que estamos en un gran momento para la creación literaria, una época que ofrece un sinfín de oportunidades que jamás imaginó un desconocido escritor ante el cambio de paradigma que propulsó el internet en la concepción del quehacer literario y su propia difusión.
Y sí, yo seguí su consejo. No sé si soy tan libre después de haber leído muchas obras, aunque para ser sincero, no he leído tanto como él. Sin embargo, cuando publiqué mi primer libro, sentí que todas las inseguridades que me aprisionaron a lo largo de muchos años se esfumaron y en parte, logré cierta libertad de la que él siempre recalcó, pese a que falta mucho por leer aún.
Un abrazo literario al cielo querido y recordado amigo. Gracias por todo lo que me enseñaste y por haber sido una positiva influencia en mi despertar como escritor.
Miércoles, 23 de abril de 2025.
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