“Leona” por Sergio Muñoz

A mi pareja no le gustaba la costumbre que adquirí de ir recogiendo restos de cuarzo de camino hacia el tranque de la luz, en la laguna de Placilla, porque reiteraba que atraso nuestra marcha.

Pero antes de llegar, cruzamos por afuera de un improvisado cementerio de mascotas que nos sensibilizó cuando notamos las improvisadas y pequeñas tumbas; algunas decoradas con lápidas de marmol y otras con simples recuerdos de los amados ya difuntos.

Entre aquel lugar y el tranque no hay mucho tiempo de distancia, pero por el natural encanto y mi obsesión de recoger cuarzo el tramo se hizo demasiado breve cuando llegamos hasta ese hermoso lugar.

Mi pareja y yo siempre quedamos encantados con el paisaje de la laguna. Nos abrazamos por unos instantes y le prometí que ya dejaría de recoger cuarzo. Ella rió porque sabía que yo mentía.

De pronto, ante nosotros, apareció un lindo y negro quiltro. De hecho era una perrita adulta que lucía un par de calcetines blancos y cortos, una juguetona cola pequeña y unos marrones ojos que nos encantaba observar.

Mi pareja de inmediato se enamoró de la desconocida perrita. Me preguntó, de manera tonta, si acaso ella tendría dueños. ¿Cómo lo iba a saber? Pensé. Para su tamaño se veía bastante bien alimentada, mostraba mucha energía al mover su cola y parecía ser muy sociable. De seguro una persona que vive en alguno de los miles de departamentos que rodea a toda la laguna debe de alimentar a nuestra nueva amiga. No parece hambrienta, deshidratada o angustiada de estar en medio de toda esta maravillosa naturaleza.

A diferencia de otras visitas “Leona”, nuestra invitada de honor y aquien bautizamos así por nombrarla de alguna manera, nos acompañó en esta ocasión. Le dimos un poco de nuestros empaderados, agüita y muchos cariños.

Leona nos seguía en nuestro tour a través del rústico camino. A veces lideraba la marcha u otras veces rezagaba el paso para recibir los merecidos mimos. De alguna manera creíamos que Leona nos entendía y pensamos que podría ser la mascota perfecta para cualquier amante de estos animales.

No dudamos en subirla al auto cuando iniciamos el retorno a nuestro hogar. Mi pareja jamás se perdonaría perder a tan bella criatura y yo jamás podría consolarla. Leona se subió a nuestro vehículo y mientras nosotros nos sentamos en la cabina delantera, ella se sentó en la trasera.

Yo conducía contento, escuchando mi música favorita, en cambio mi pareja miraba el teléfono celular. Leona era tan tranquila que no la sentíamos atrás molestar. Sin embargo, todo cambió cuando mi pareja comenzó a reiterar “no puede ser”. De reojo la observé y pregunté qué sucedía. Ella no respondió. Volví a preguntar más intrigado, pero en vez de contestar, mi pareja volteó a mirar hacia la cabina de atrás y su gritó no sólo me asustó terriblemente, sino también casi generó que nos accidentáramos por el susto que me brindó que provocó una descoordinación de mis movimientos al volante.

Luego, al detener el vehículo, mi pareja estaba pálida y con la mirada fija hacia el panel del auto. Yo intentaba comprender qué sucedía, pero ella era incapaz de responder y noté que sus manos temblaban, sin soltar el teléfono celular.

Tomé el teléfono de sus trémulas manos y horrorizado comprendí lo que a mi pareja le sucedió. A la perrita que rescatamos y llamamos Leona figuraba en un grupo animalista como una extraviada mascota, pero luego corroboraron su muerte. La foto de Leona en la red social era idéntica a la perrita que nos acompañó a lo largo de nuestro paseo. Luego de mirar aquel post y leer los comentarios, me atreví a voltear y Leona ya no estaba. Sentí un frío sudor recorrer todo mi cuerpo. Mis manos temblaban. Abracé a mi pareja y entre los dos intentamos comprender qué sucedía.

Quién se hubiera imaginado que el alma de una desafortunada mascota nos acompañaría en un lindo paseo y quién se hubiera imaginado que el espíritu del animal al detener nuestra carrera por la carretera, y pese al susto que nos dió, nos salvó la vida. Porque kilómetros más adelante ocurrió un terrible accidente. Si no hubiera detenido el vehículo también hubiéramos quedado atrapados en aquella desgracia.

Gracias Leona o mejor dicho gracias “Negrita” como realmente te llamabas. Deseamos volver a encontrarte paseando feliz y anhelamos encontrar aquel lugar en donde descansas para decorarlo con hermoso cuarzo que he ido recogiendo para ese momento.

FIN

Sergio Muñoz es escritor y publicó en 2022 “Entre el Cenit y el Abismo. Y otras ficciones”. A partir de ahora y en cada fin de mes, él se comprometió a escribir un cuento con el único fin de entretener a sus lectores y ejercitar su pluma. Puedes seguirlo a través de su cuenta de Instagram y Facebook.

Sábado, 25 de Febrero de 2023/ Cuento #2

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